En camino al bicentenario de Argentina
Guido Maisuls
Kiriat Bialik, Israel, IL
Hola Che Argentina, hace mucho tiempo de que no te visito, ya van a ser mas de siete años que no estoy con vos pero de cualquier forma siempre recibo noticia tuyas pues las ultimas tecnologías como Internet y los amigos de siempre, me permiten saber muy bien sobre vos. En estos últimos tiempos me percaté que vas a cumplir doscientos años de vida y me emocioné mucho, hasta las lágrimas.
Che Argentina, discúlpame que te tutee pero como te quiero mucho es como tenerte mas cerca, vos sabés que yo y mi esposa somos la cuarta generación de aquellos inmigrantes de Europa Oriental; nuestros antecesores que fueron agricultores, trabajadores de la tierra y hombres de trabajo fecundo, verdaderos gauchos judíos que formaron familias honestas y laboriosas, que mandaron sus hijos a las universidades, apoyaron la democracia y convivieron pacifica y fraternalmente con todos los descendientes de italianos, españoles, árabes y criollos que tanto te engrandecieron a vos.
Mi alma y mi espíritu vienen de esos judíos errantes que fueron obligados a abandonar la tierra de Israel hace mas de dos mil años, vagando incesantemente sin patria, siempre perseguidos y humillados por no querer renunciar al Dios de nuestros ancestros. Mi alma y mi espíritu quedaron salpicados definitivamente por tus negras tierras entrerrianas, por tus verdes espinillos y camalotes, por tus celestes de los cristalinos y caudalosos arroyos y ríos mesopotámicos, por tus blancos de las gélidas heladas invernales del litoral y por tu dorado y resplandeciente sol que nos ilumina siempre desde el cielo y desde nuestra azul y blanca bandera.
Hoy estamos orgullosos de ser descendientes de aquellos gauchos judíos de las colonias de Entre Ríos, de Santa Fe, de Santiago del Estero, de La Pampa y de Buenos Aires.
En estas colonias surgieron los que Alberto Gerchunoff denominó "gauchos judíos", que sin renunciar a su cultura y a su identidad primigenia, se fueron incorporando al estilo del hombre de campo argentino, tomando el aspecto de los que viven al aire libre y aprendiendo a atar los bueyes y a manejar el arado.
Estos peculiares gauchos judíos fueron el producto de esa necesidad vital e imperiosa de los nuevos inmigrantes de poder encontrar en esas verdes llanuras argentinas, una nueva tierra prometida donde poder comenzar una nueva vida, donde poder cultivar la tierra como lo hacían hace mas de dos mil años sus antepasados en la Tierra de Israel.
Mi cuna y mi infancia siempre estuvieron acompañados y protegidos por los acordes de aquellos viejos tangos que ronroneaban en mi hogar. Mi adolescencia y mi juventud fueron iluminadas por las letras geniales de Jorge Luis Borges y su Hombre de la esquina rosada y por las sabias coplas de Don Atahualpa Yupanqui que siempre me recuerda que tal vez alguno se acuerde que aquí cantó un argentino. Toda mi vida que transcurrí en vos, Che Argentina, estuvo siempre guiada por las luchas por una sociedad mas justa y mas ética, por el rechazo a las dictaduras militares y a las burocracias corruptas que tanto daño le hicieron al argentino de la calle, al laburante, a los hombres y mujeres de todos los días.
Vos sabes muy bien, Che Argentina que en 2002 me fui de vos. Y muy enojado, por supuesto que no con vos, sino con la indiferencia y la hipocresía que puso fin a la vida del Dr. Rene Favaloro, con los cobardes e impunes atentados de AMIA y Embajada de Israel, con el gigantesco y descomunal robo del corralito contra el patrimonio de los argentinos y fundamentalmente por la ausencia de futuro para nuestros hijos. Entonces elegí a Israel como nuevo hogar pues entonces, el llamado de cientos de generaciones que añoraron tanto esta tierra fluyo en mis venas con demasiada fuerza.
En estos largos y difíciles siete años de adaptación a una vida completamente diferente, estuviste vos siempre presente, Che Argentina, desde el asado criollo del fin de semana, el mate verde y cimarrón como en las cuchillas entrerrianas, las campañas futboleras de Boca Juniors, Carlitos Gardel y Julio Sosa volvieron a cantar desde los parlantes de mi compu, las empanadas de carne y el puchero, los alfajores y el dulce de leche, las charlas con los amigos sudamericanos de cómo eran las tardecitas provincianas o las noches porteñas. Queriéndolo o no, te traje dentro mío, Che Argentina.
Porque definitivamente, Che Argentina formas parte de mi ser, corres por mi sangre, te llevo en mis entrañas, estas dentro de mi y formas parte indivisible de mi vida, vos y yo somos inseparables, Che Argentina.
Hoy y desde mi humilde lugar estoy convocando a todos ustedes, a todos mis hermanos argentinos, a los que estamos desperdigados por el ancho mundo para que no nos olvidemos del cumpleaños doscientos de nuestra querida Che Argentina en la que nacimos y nos formamos.
Ya es hora de que empecemos a contactarnos, a juntarnos, a charlar, con un verde y virtual mate cimarrón de por medio, a organizarnos como podamos para rendirle un merecido homenaje en el bicentenario de nuestra querida Patria Argentina.
Un gran abrazo gaucho desde Kiriat Bialik, Israel.
Si no soy yo ¿quién?, si no es ahora ¿cuando?
(Hillel)