Siempre pensé que el perdón es una acción o el resultado de olvidarme de la falta que ha cometido alguien contra mi o contra los míos o dejar de tener en cuenta una deuda o una obligación que otra persona tiene ante mi o ante nosotros mismos.
Una vez escuche algo que me pareció muy sensato de boca de un personaje al que nunca alcance a conocer realmente, John Fitzgerald Kennedy: "Perdona a todos tus enemigos, pero no olvides sus nombres"
Me pareció muy lógica esa respuesta del escritor y pedagogo Jack Fuchs, sobreviviente de Auschwitz. Ante la pregunta: ¿Es posible el perdón? Y el respondió: ¿A quién puedo perdonar? Nadie, ni una ni tres veces me pidió perdón. Los asesinos no tienen rostro, están ocultos y así lo estarán siempre.
Esta mujer tan admirable que es la canciller alemana, Angela Merkel, declaro con sinceridad y transparencia en un discurso ante el Parlamento israelí que el Holocausto "llena al pueblo alemán de vergüenza", y que por ello los destinos de Israel y Alemania permanecerán siempre unidos. Esto es para mi pedir perdón.
Escribe Jack Fuchs en La naturaleza de las guerras: En una conferencia en 1949, Jacques Bernard Herzog, sustituto del procurador general francés ante el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, incluyó las siguientes reflexiones, que considero reflejan el dilema humano entre la paz y la guerra: "Las estadísticas de la historia nos enseñan que desde 1496 A.C. hasta 1945, es decir, durante 3441 años, no ha habido menos de 3173 años de guerra, locales o generales, ni más de 268 años de paz universal. Cerca de 9 mil tratados de alianza han sido pactados durante el mismo tiempo. Cada uno de ellos debía ser eterno; no han durado, por término medio, sino dos años. El episodio de la paz no es pues para el historiador sino el período de incubación del microbio de la guerra, y el proceso de Nuremberg se presenta entonces como una improvisación, menos realista que generosa".
Ni Auschwitz, ni Maidanek, ni Hiroshima, ni los Juicios de Nuremberg sirvieron de ejemplo o de advertencia para los años que siguieron. Basta con leer los periódicos para comprobarlo. En los últimos sesenta años se han seguido cometiendo innumerables atrocidades alrededor del planeta, violaciones a los derechos humanos, crímenes de todo tipo, justificados por argumentos insostenibles de toda índole, que confirman la crueldad del ser humano contra sus semejantes. Y yo me pregunto: ¿Cuanto perdón se necesita realmente para borrar tanta entupida, gratuita e ilógica crueldad humana?
Dijo sabiamente el Dalai Lama: Si no perdonas por amor, perdona al menos por egoísmo, por tu propio bienestar.
Leí hace un tiempo un esclarecedor comentario del Rabino Daniel Oppenheimer: En muchos Majzorim de Iom Kipur se encuentra al comienzo un rezo conocido como "Tefilá Zaká", o sea una Tefilá pura. ¿En qué consiste esta Tefilá? En uno de sus pasajes se pide al Todopoderoso que en caso de que hubiera herido a alguna persona sin saberlo, que esa persona haya perdonado lo que uno le hizo. Al mismo tiempo, quien dice la Tefilá, expresa que él perdona a toda persona que le haya cometido un mal a él.
Hace un tiempo el ex cardenal Joseph Ratzinger y actual Papa Benedicto XVI, refiriéndose al Santo Oficio y a la Inquisición- pidió perdón a Dios por los cientos de miles de personas que la Iglesia quemó en la hoguera o condenó a la muerte por otros medios, en los siglos pasados.
En 1992, Juan Pablo II rehabilitó a Galileo Galilei, condenado por la Inquisición hace 381 años por haber afirmado que la Tierra gira alrededor del Sol. Galileo evitó la hoguera arrepintiéndose y abjurando ante los tribunales eclesiásticos, pero pronunció después la famosa frase Eppur si muove (Y sin embargo, se mueve) ratificando su acertada teoría heliocéntrica. ¿Perdonara Galileo Galilei?
Al mediodía del domingo 26 de marzo del 2000 en Jerusalén: un venerable anciano vestido de blanco, deposito en una de las grietas del Muro de los Lamentos un papel que decía: "Dios de nuestros padres, Tú has escogido a Abraham y a su descendencia para que tu Nombre fuese llevado a las gentes. Estamos profundamente apenados por el comportamiento de cuantos en el curso de la historia han hecho sufrir a estos, tus hijos y, pidiéndote perdón, queremos comprometernos en una auténtica fraternidad con el pueblo de la Alianza. Firmado: Juan Pablo II".
Como siempre el genial Jorge Luis Borges nos sorprende en su Elogio de la Sombra:
Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen.
Abel contestó:
-¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.
- Ahora sé que en verdad me has perdonado -dijo Caín-, porque olvidar es perdonar. Yo trataré de olvidar.
Abel dijo despacio:
-Así es. Mientras dura el remordimiento dura la culpa.
Mi sentido repertorio del perdón huye velozmente de mis papeles cuando hace pocos días en la inauguración de la Asamblea General de la ONU, el Presidente de Irán, Ahmedinajad, tuvo ese raro honor de manifestarle a la honorable asistencia y al mundo todo su odio y malos augurios sobre ese mismo pueblo de Israel: El estado sionista debe ser borrado del mapa ya que es el responsable de todos los males del Planeta, tienen que desaparecer porque son una mala raza. Y como broche de oro un abigarrado público se puso de pie para aplaudir tan maravilloso discurso.
Me siento completamente consustanciado con el sobreviviente del holocausto Elie Wiesel cuando manifiesta "El presidente Mahmoud Ahmadinejad de Irán es una amenaza para la paz mundial y no debería estar acá en Nueva York. Su lugar es en una celda de una cárcel de las Naciones Unidas," "El no es Hitler, nadie es Hitler, pero él quiere seguir los pasos de Hitler y eso lo hace un archi criminal" Aquí mis sentidos sentimientos de perdón, en estos días tan especiales del año, entran en violenta colisión con la terrible realidad que nos circunda.
Un terrorista palestino que conducía un vehículo BMW negro atropelló fríamente a transeúntes en la plaza Tzáhal de Jerusalén, cerca de la puerta de Iafo. Este representante del odio se subió a la vereda para atropellar a un grupo de soldados de la Brigada de Artillería, que estaban de visita en la ciudad capital para las plegarias nocturnas de Slijot (pedidos de perdón), en vísperas de las festividades de Año Nuevo. Evidentemente vivimos en un loco mundo plagado de trágicas contradicciones.
Mientras tanto nuestro benemérito Primer Ministro Ehud Olmert, que por suerte se esta yendo, creo que definitivamente, aunque uno nunca puede llegar a estar definitivamente seguro de ello, aboga por ceder el Golán a Siria y Judea, Samaria y Jerusalén quien sabe a quien, comportándose como un conductor ciego o borracho que conduce nuestro autobús hacia un profundo precipicio, dispuesto a firmar coloridos papeles que hablen de la paz, del cielo y de las estrellas, para que luego Irán y Hamás instalen bases de misiles en los Altos del Golán y en la Cisjordania como ya ocurrió con Gaza. ¿Se merecerá nuestro más sentido perdón luego de escuchar tanta ceguera, estupidez e irresponsabilidad desde la cúspide de nuestro Gobierno hacia las terribles amenazas de destrucción que se ciernen sobre nuestro Hogar Nacional?
Y a modo de conclusión y con mi más sentida sinceridad, te solicito a ti querido lector, tu verdadero y sentido Perdón, si con mis escritos, opiniones y pareceres pude haberte ocasionado algún daño o falta y si fuera realmente así, estoy profundamente convencido de que estuvo fuera de mi conciencia y cuento con tu generosa absolución.
Dr. Guido Maisuls