(Los unos y los otros)
Todos
los pueblos y las diferentes culturas tienen la suficiente capacidad
para construir sus propias verdades a partir de su peculiar bagaje de
valores, creencias y experiencias.
Israel
fue construida desde los sueños pero también desde los avatares y
realidades de un pueblo errante, perseguido y sin tierra, por eso
resultó ser un sueño realizado pero de ninguna forma finalizado.
Israel
no es un mito, es una realidad aun no acabada y quizás demasiado
humana al no ser creada por ángeles e ídolos, ni por demonios y
monstruos, simplemente fue construida en su tierra desde sus profundos
cimientos, por seres tan frágiles e imperfectos como tu, como el o como
yo.
Israel
nació de sueños perfectos y bellos, surgió de desvelos, de angustias y
también de esperanzas. No fue parido por alienaciones, odios y
venganzas y por esto mismo se sigue construyendo vitalmente día a día y
eternamente a través de otros sueños, de los mios, de los tuyos y de
todos.
El
pueblo de Israel sufrió a través de la historia grandes y dolorosos
exilios, expulsiones, genocidios, persecuciones y discriminaciones,
injustas acusaciones, conversiones forzadas y asimilaciones obligadas y
nuestra gente resistió como pudo: luchando de frente, huyendo,
escondiéndose, adaptándose, mimetizándose con el medio, nadando contra
la corriente y a veces a favor de ella, el objetivo fue siempre
sobrevivir, aferrándose a uno de nuestros mas sagrados principios:
nuestro amor a la vida.
Esto
trajo como consecuencia que hoy tengamos diferentes apariencias, con
diversos idiomas, con distintos colores de piel, con costumbres
multifacéticas, incluso con aspectos muy difícil de identificarnos como
tales, por esto hoy somos multiétnicos y pluralistas pero compartiendo
un origen y un gran destino en común.
Unos
luchamos por construir una réplica fiel del Israel de las épocas del
David y de su hijo Shlomo, tan poéticamente pintada por la Biblia.
Otros
quisimos hacerlo a semejanza de las aldeas judías de Polonia,
Besaravia y Rusia con paisajes extraídos de alguna novela de Isaac
Bashevis Singer o de Sholem Aleijem.
Unos quedamos extrañando las antiguas y bellas juderías ibéricas de Córdoba, de Toledo y de Sevilla.
Otros intentamos crear una copia perfecta de Núremberg, de Hanóver y de Colonia, aquí en Oriente Medio.
Unos
aspiramos hacer un país marxista y otros una social democracia
escandinava, un populismo latino americano o un capitalismo acuñado en
Walt Street.
Unos soñamos reconstruirlo en la memoria de las mil y una noche de los barrios judíos de Esmirna, de Salónica o de Fez.
Otros añoramos las virginales aldeas africanas en la Etiopía de la Reina Saba.
Unos anhelamos las empedradas y arrabaleras callejuelas de Buenos Aires o de Montevideo en este exótico Medio Oriente.
Logramos
una sociedad donde se entre mezclan todas las lenguas como en Babel,
con el hebreo, el árabe, el ruso, el ingles, el francés, el español y el
amárico.
Tenemos
una sociedad donde se vivencia una absoluta libertad y se convive como
podemos entre todos, gentes honestas y estafadoras, ilustradas e
ignorantes, virtuosas y pecadoras, ricos y pobres, negros y blancos,
hombres y mujeres.
Estos
sueños, los de unos y los de otros, uno y otro se han ido amalgamando,
uniéndose, fundiéndose y creando una nueva sociedad, virtuosa y
reprochable, religiosa y laica, progresista y conservadora, derechista e
izquierdista, halcón y paloma, moderno y raigal, simplemente una
sociedad humana.
De todo esto esta hecho Israel.
Dr. Guido Maisuls
Buenos Aires, Argentina.
Buenos Aires, Argentina.
Nota de aclaracion: El artículo original fue publicado 30/06/2011 en el semanario "Aurora": http://www.aurora-israel.co. il/articulos/israel/Opinion/ 38420/
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