3 de marzo de 2008

Judaismo y Exclusion Social.

 
Bernardo Kliksberg
 
 
EL JUDAISMO FRENTE A LA EXCLUSION SOCIAL

 

Bernardo Kliksberg


 

I.                   UN TEMA CRITICO

 

En el centro de nuestro tiempo hay un problema que preocupa profundamente a todos aquellos que comparten convicciones éticas básicas y que causa severos daños económicos, sociales y desestabiliza a las sociedades, es   el gran tema de la exclusión.

 

         La categoría exclusión apareció para denominar a un conjunto de situaciones que van mas allá de categorías usuales como pobreza y marginalidad.   Los pobres y marginales están en los bordes de la sociedad, el excluido afuera de ella.  Con frecuencia no forma parte del mercado de trabajo, ni del sistema educativo, ni tiene acceso a bienes culturales y no es siquiera consumidor en el mercado.   Por otra parte, una característica central de la exclusión, es su tendencia a fortalecerse y reproducirse.  "El estar fuera de"es una condición de extrema vulnerabilidad en las sociedades contemporáneas.   Genera todo orden de procesos que van cerrando toda oportunidad y empujando cada vez más hacia afuera y hacia abajo al excluido.

 

La exclusión tiene muchas caras en el mundo actual.   Existen numerosos sectores de la sociedad que se hallan en esa situación, o en caminos que conducen hacia ella.   Así se hallan en exclusión o en riesgo de exclusión, los 3000 millones de personas ubicadas muy por debajo de la línea de la pobreza, al ganar menos de dos dólares diarios.   Por otra parte, están en severa situación de exclusión los 1300 millones que ganan menos de un dólar diario.   Es el estado de los 828 millones de personas de los países en desarrollo que tienen hambre crónica y las perspectivas de los otros 2000 millones con deficiencias de micronutrientes básicos como vitaminas y minerales.   Alcanza sus puntos extremos, la exclusión de la vida misma, en los 8 millones de personas que según las cifras recientes de la Organización Mundial de la Salud (2002), mueren anualmente por causas perfectamente evitables.   Entre ellos, 1.700.000 niños que según indica UNICEF (2002), perecen anualmente por no haberles sido aplicadas las vacunas correspondientes.  Tiene expresión cruda en las distancias de gran magnitud, en la esperanza de vida en el planeta.   Mientras en los países de altos ingresos, ella es de 78 años, en los más pobres donde viven 643 millones de personas es de solo 51 años y en los de bajos ingresos donde viven otras 1777 millones de personas es de 59 anos.

 

Una dimensión básica favorecedora de la exclusión es la pronunciación creciente de las polarizaciones sociales.   Las Naciones Unidas (1999), describe la situación señalando que "las desigualdades globales en ingresos y standards de vida han alcanzado proporciones grotescas".   Según los datos disponibles, mientras que el 20% ms rico de la población mundial es dueño del 86% del Producto Bruto interno, tiene el 82% de las exportaciones mundiales y recibe el 68% del flujo de inversiones extranjeras, del otro lado el 20% más pobre está en aguda exclusión, correspondiéndole solo el 1% del Producto Bruto mundial, el 1% de las exportaciones y el 1% de las inversiones. Las distancias entre ambos grupos que eran de 30 a 1 en 1960, pasaron a ser 60 a 1 en 1990, y 74 a 1, en 1997.

 

Los rostros de los excluidos, se repiten a lo largo del mapa mundial:   niños, pueblos indígenas, población de color, mujeres, discapacitados, edades mayores, inmigrantes desesperados.

 

América Latina como lo registran los análisis, es un área donde estos procesos tienen alta presencia y causan profunda preocupación.   La región ha hecho notables avances en cuanto a la incorporación de su población a formas democráticas de gobierno, pero hay amplios sectores con graves realidades o riesgos de exclusión.   Así, el 58% de los niños menores de 14 años de edad son pobres, las tasas de desocupación juvenil superan el 20%, el 90% de los 40 millones de indígenas están en pobreza, la mayoría en pobreza extrema, los indicadores de los grupos afroamericanos son muy deficientes, hay fuertes inequidades en el acceso a salud y en las oportunidades educativas, las edades mayores están sufriendo graves deterioros en su situación, hay 32 millones de discapacitados con mínima protección y las migraciones generadas por pobreza han aumentado fuertemente.   Todo en una región que es potencialmente muy rica.  Sus altos niveles de desigualdad que se hallan entre los peores del orbe influyen fuertemente en esta grave situación social.   La exclusión no es una abstracción en la región, sino el modo de vida cotidiano de muchísimos hombres, mujeres y niños.

 

La exclusión no es solo un problema de los excluidos.   Su presencia crea vulnerabilidades de fondo a cualquier sociedad.   Pero además, sobre todo, es un tema ético.   Su existencia y magnitud entra en conflicto directo con los valores de respeto a la vida, superación de las discriminaciones, oportunidades para todos, en que están basadas nuestra civilización y el sistema democrático.

   

Ante este conflicto se están produciendo reacciones de diverso tipo.   Algunas llevan el sello de la rebelión ante la inmoralidad que implica.  Entre quienes han encabezado esta actitud a nivel mundial se halla el Papa Juan Pablo II, que continuamente se ha referido a ella y ha reclamado un código ético para la globalización.   También se hallan las actitudes que tienden a ¨racionalizar¨ la presencia inquietante de la exclusión.  Suelen razonar en términos como: se trata de una etapa transitoria en los procesos de modernización, o son focos que cada vez se irán reduciendo más.   Estos argumentos ¨tranquilizadores¨ chocan con los datos de la realidad que indican tendencias en dirección muy diferente.  Una de las actitudes más generalizadas es la de "acostumbramiento" a la situación.   El espectáculo diario de los excluidos en las calles de numerosas ciudades, a través de figuras trágicas como los niños de la calle, las personas sin casa que viven en la vía pública, el aumento de la mendicidad, los ancianos desamparados, es visto con una indiferencia creciente.   Se perciben, como una especie de hecho natural inevitable que forma parte del paisaje urbano, como las plazas, o los árboles.  Es como "si lloviera".

 

En este trabajo queremos indicar el camino que las fuentes del judaísmo plantean respecto a la exclusión.   La Antigüedad se caracterizó por la presencia de excluidos y frente a ellos la Biblia, la voz de los Profetas, la construcción talmúdica y las enseñanzas rábicas, produjeron un amplio cuerpo de análisis conceptuales y posiciones concretas.   Presionaron asimismo, por todos los medios para que la comunidad las llevara a la práctica.  Ese mensaje está cargado de contenidos plenamente aplicables a nuestro tiempo y ha sido profundizado y renovado por el pensamiento judío contemporaneo.   Son voces que resuenan con fuerza creciente, al margen de su antigüedad, exigiendo superar toda insensibilidad y asumir responsabilidades.

 

Recorreremos sucintamente varias etapas sucesivas al respecto.   En primer lugar, indagaremos la perspectiva desde la que el judaísmo examina los problemas de exclusión y discriminación.   En segundo lugar, sus concepciones básicas frente a ellos.   En tercer termino, un capítulo especial de su pensamiento, su actitud hacia los extranjeros.  En cuarto termino, algunas de sus actitudes hacia otros grupos excluidos.   Finalmente, reflexionaremos sobre que podemos aprender de él ante el desafío de la exclusión en nuestras sociedades.

 

II.                LA PERSPECTIVA JUDIA

 

Una reciente investigación en gran escala del Banco Mundial (2000), encuestó a 60.000 pobres de 60 países, sobre sus percepciones respecto a la pobreza.  Los resultados fueron muy especiales.  Los pobres indicaron los reclamos esperables respecto a lo que implicaba la pobreza en término de carencias de ingresos estables, trabajo, educación, salud, agua, infraestructura vial, vivienda y otros pero resaltaron especialmente un factor, la humillación continua.   Percibían que eran vistos por quienes tomaban contacto con ellos, como una especie de personas inferiores, de una categoría menor, por ser pobres.  La mirada despreciativa, compasiva, o indiferente, pero en todos los casos cargada de subestima, los afectaba profundamente.   Expresaron que dañaba su autoestima y los hacía sentirse atacados en su dignidad como seres humanos.   Al preguntárseles sobre que instituciones de la sociedad les merecían credibilidad, indicaron que casi todas les inspiraban poca confianza y colocaron como la primera confiable a gran distancia de las demás, a las organizaciones de los mismos pobres.   Allí eran vistos de igual a igual, se los respetaba, y sentían que recuperaban su dignidad.

 

La encuesta devolvió el lado pocas veces analizado de la relación excluidos-incluidos, la percepción íntima desde el excluido.   La visualización del excluido a partir de su dignidad de ser humano, por encima de toda otra consideración, es un énfasis central en las fuentes judías.   Es un igual en todos los sentidos que debe ser tratado siempre como tal.   No hay lugar siquiera a la compasión, a ninguna vía que implique subestimación o inferiorización.

 

Ello surge de la profunda convicción del judaísmo en la igualdad básica de todos los seres humanos.   La fundamentan dos pilares básicos como lo plantea entre otros en sus agudos trabajos Yosef Klausner (1).  El primero es el monoteísmo mismo.   Hay una sola divinidad para todos los seres humanos.   Maimonides dice:  "Yo creo con fe absoluta que el Creador, bendito sea su Nombre, es único y no existe, de manera alguna otra Unidad como El y El solo fue, es y será".   Todos los seres humanos son iguales en lo más trascendente de todo, su origen y sentido.

 

Mientras que en el Olimpo griego existían divinidades de diversa categoría que hacían pactos y elecciones preferentes entre los seres humanos, en el pensamiento bíblico hay un creador único, que no admite distinciones de ninguna índole.   Queda planteada una igualdad radical desde el inicio de la historia.  Por eso se pregunta uno de los últimos Profetas:   "¿No tenemos todos un único Padre?  ¿No nos ha creado a todos un D-os?   ¿Porque pues obrar pérfidamente unos con otros, quebrantar el pacto de nuestros padres?".

 

El otro pilar, es el origen común de la especie humana.   ¿Porque la divinidad escogió crear una sola pareja Adam y Eva iniciando la humanidad y no muchas, se preguntan los sabios talmúdicos?   Y contestan, en primer lugar, para dejar bien en claro que todos venimos de la misma raíz, que nadie pueda arrogarse orígenes mas rancios, o sangre de mejor calidad.   Dice el Talmud: "Que no digan los unos: Nuestro padre es superior a vuestro padre y en consecuencia nosotros somos más importantes.   Todos descienden de un único padre", (Sanhedrin,38).

 

La ciencia 2002, ha agregado evidencia empírica a esta afirmación de la igualdad.   La reconstrucción del mapa genético del género humano permitió constatar que la carga de genes es similar en más de un 99% en todos los seres humanos de todos los colores y razas.   Solo hay diferencias en un ínfimo porcentaje del contenido genético total.   La igualdad está enraizada en la biología.  Ella desmiente los planteos de superioridad racial esgrimidos repetidamente en la historia y utilizados como ideología fundante de la barbarie nazi.

 

         La igualdad total es pregonada como el estado natural allá en el origen de los tiempos, pero asimismo, es reivindicada como el estado deseable a través de la visión de la era mesiánica.   Esa era final de los tiempos, será aquella en donde el bien triunfará definitivamente.  La bondad, el amor, la justicia, la paz presidirán todas las relaciones en ese nuevo mundo donde "la tierra estará llena del conocimiento de D-os como llenan las aguas el mar" (Isaías, XI,9).

 

La infracción a esta visión de igualdad es caracterizada en las fuentes bíblicas como de extrema gravedad.   Cuando Job se pregunta sobre las causas de sus tremendas desgracias, hace referencia a ella.  Se interroga :

 

Si desdeñé el derecho de mi siervo

y el de mi sierva cuando pleitearon conmigo,

igual haría cuando se alzara D-os para juzgar,

cuando me pidiera cuentas, ¿que respondería?

El que me hizo a mi en el seno materno,

¿No lo hizo también a el?

No nos dispuso al uno y el otro

¿En la matriz? (Job XXXI, 13-15)

 

Cuando se afirma de modo tan definitivo la igualdad básica de los seres humanos, la perspectiva ante las exclusiones y discriminaciones, no admite dudas.   No hay lugar para inventar "brillantes racionalizaciones" que intenten demostrar superioridades genéticas, raciales, o culturales ya predeterminadas.    No cabe la mirada subestimante.   La pobreza, la discapacidad, el género, el color de la piel, no alteran para nada esa igualdad.  La mirada debe ser siempre la de quien ve al ser humano, como una criatura de la divinidad, hecha a su imagen y semejanza y por ende acreedora al más absoluto respecto.

 

Una de las cumbres del pensamiento judío contemporáneo Abraham Yeoshua Heschel (1962), enfatiza:   "El principio de que una neshama (un alma) es sagrada y no debe convertirse en objeto de manipulación o explotación es el epitome del judaísmo".

 

Quien viola esta igualdad, oprimiendo, no solo perjudica al otro, se daña a si mismo.    Así se lee en el Eclesiastés:  "Ciertamente la opresión entontece a un hombre sabio…" (VII,7).

 

La historia judía exhalta especialmente los grandes momentos en que los seres humanos se alzaron contra la exclusión y la discriminación y afirmaron una moral diferente.   Por ello tiene en su centro, la zaga singular de los Profetas que sirvió de inspiración a todo el género humano, luchadores implacables por los derechos de los desvalidos, los humildes, los postergados, y la salida de Egipto gran victoria contra la esclavitud y la opresión.

 

Es natural que esos mensajes hayan encontrado amplia receptividad en un pueblo cuya identidad surge del pacto bíblico basado en la igualdad y que por otra parte, en su historia concreta vivió hasta hace muy poco bajo contínuas opresiones.   Ello explica para Erich Fromm (1986), el vigoroso activismo de ese pueblo contra las exclusiones y por la justicia social.  Se pregunta:

 

¨¿Es sorprendente que la visión profética de una humanidad unida y pacífica, de justicia para los pobres y desvalidos, encontrara un suelo fértil entre los judíos y no fuera nunca olvidada?   ¿Es sorprendente que, cuando las murallas de los ghettos cayeron, estuvieran los judíos, en número desproporcionadamente grande, entre los que proclamaban los ideales del internacionalismo, la paz y la justicia?   Lo que desde un punto de vista mundano fue la tragedia de los judíos -la pérdida de su país y de su Estado-, desde el punto de vista humanístico fue su más grande bendición.   Por encontrarse entre los sufrientes y despreciados, fueron capaces de desarrollar y defender una tradición de humanismo¨.

 

La perspectiva general del judaísmo, ese igualitarismo básico, se plasmó en posiciones, instituciones, legislación, y orientaciones concretas de conducta frente a las diversas formas de la exclusión y la opresión.

 

III.             LA OPCION POR LOS OPRIMIDOS

 

Heschel (1973) señala que en la Antigüedad existía la tendencia a exhaltar la fuerza.   El uso de la fuerza como instrumento de poder y enriquecimiento estaba legitimado.  La guerra era parte de la cotidianeidad.    Los grandes héroes eran los reyes guerreros victoriosos y los conductores militares.    El mensaje judío encarnado en los Profetas fue en sentido inverso.   Proclamó que la preferencia divina no se hallaba con los fuertes y poderosos, sino con los débiles e indefensos.  Que la historia avanzaba no a través de los éxitos militares, sino de la aplicación de una justicia recta, que condujera a dar posibilidades a todos.   El Profeta desarmado se convirtió en un paradigma alternativo al guerrero fuerte y despiadado.  

 

Isaías lanza a los cuatro vientos esa inclinación divina por los oprimidos:

 

El Señor ha fundado a Sión,

Y en ella los angustiados de su pueblo encuentran refugio….

Los humildes obtendrán nuevo gozo en el Señor,

Y los pobres ente los hombre se regocijarán en el Santo de Israel

 

Isaías 14:32; 29:19

 

Los desechados, los humildes, los pobres, son los defendidos por la divinidad.   En los Salmos se eleva un mensaje de alabanza a la divinidad por ello:

"Halleluya:   Alaba, oh alma mía al Señor.

 

·         Que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos.  El Señor suelta a los aprisionados.

·         El Señor guarda a los extranjeros; sostiene al huérfano y a l aviuda, pero retuerce el camino de los inicuos."

         Desde la igualdad y la opción por los oprimidos, el mensaje judío tendió con frecuencia a enfrentar abiertamente la visión general de la Antigüedad en temas cruciales.

 

Así en ella se daban los mayores laureles a los constructores de grandes ciudades, sin hacer mayor consideración de las opresiones sobre las que estaban fundadas.   Las pirámides egipcias y las capitales de los imperios, festejadas al infinito, estaban basadas en la explotación inmisericorde de millones de típicos excluidos: extranjeros, esclavos, pobres, pueblos enteros de cautivos.

 

El Profeta sale al frente del sentir predominante y denuncia sin ambages aquello que estaba oculto a los ojos.   Dice  Habacue (2:6,9,11-12):

 

Ay de aquel que amontona lo que no es suyo,.

Ay de aquel que lleva a su casa lo mal habido…

Pues la piedra clama desde el muro,

Y la viga desde el maderaje responde.

Ay de aquel que edifica una ciudad con sangre,

Y funda una ciudad con iniquidad!.

 

La opresión de un hombre sobre otro, la servidumbre, tienen una debilidad estructural.   Para la Biblia el ser humano solo es siervo de la divinidad.   Ningún hombre puede arrogarse el lugar de ella y tomar posesión de otros.   La libertad esta garantizada por esta visión.   El judaísmo la aplica en situaciones muy concretas.  Así en el Talmud se plantea una institución social propia del último siglo, el derecho a la huelga.   Rab dice:  "El jornalero tiene derecho a retirarse (de su trabajo) aún en la mitad de la jornada".   La razón es esa independencia básica.   El hombre solo es dependiente totalmente ante la divinidad.

 

El judaísmo se ocupa también profundamente del drama interior de los oprimidos.   Ve con claridad un tema que va a ser objeto continuo de indagación en el siglo XX, la interiorización de la opresión.  La opresión externa continuada, tiende a interiorizarse en el oprimido como el estado natural.   Por otra parte, con frecuencia comienza a idealizar la figura del opresor como la figura de referencia y a mimetizarse culturalmente con el.  El judaísmo denuncia ello frontalmente y exige la ruptura no solo con la opresión externa, sino con la interna.   Incluso considera que esta última es la ruptura más difícil.   En el Exodo, no solo el pueblo judío debía liberarse del yugo del Imperio Egipto, debía también romper con la sujeción de su corazón y su mente, para que fuera realmente libre.   La tarea de Moisés fue doble, liderar la rebelión contra el opresor, pero al mismo tiempo librar la lucha contra las expresiones del mismo interiorizadas.  Esta última lucha fue difícil y pasó por idas y retrocesos, hasta llegar a la emancipación real.

  

El Profeta es implacable en su defensa de los oprimidos y su denuncia de las diversas formas de la opresión.   Ello implica riesgos personales enormes.  Algunos fueron encarcelados para siempre como Mijahahu, otros enviados a asesinar por encargo del Rey como Zjarya.   Sin embargo, su voz no pudo ser acallada y sigue resonando.   Isaías hacia el siguiente retrato descarnado del reino donde vivía:

 

         ¨Los príncipes son bribones (1:23); los jueces están corrompidos, absuelven a los culpables por un soborno y privan al inocente de su derecho (5:23).   No defienden a los huérfanos y la situación de la viuda no les atañe (1:23).  La gente se ve sojuzgada por los funcionarios y los príncipes, mientras que las mansiones de los ricos contienen el despojo de los pobres (3:l4 y sigs.).   Y a pesar de todo esto, al bribón se lo llama noble y al patán se lo considera honorable (cf.32:5). 

 

Jeremías amenazado de muerte por el Rey Ieoiakim, un tirano derramador de muchas sangre y preocupado por agrandar su palacio, que usaba trabajos forzados, para ello, sale a la calle y pese a las amenazas grita:

 

         Ay de quien edifica su casa con injusticia.

         Y sus cámaras altas sin rectidud;

         Quien hace que su prójimo le sirva por nada,

         Y no le da su salario;

         Que dice:  Me construiré una gran casa

Con salones espaciosos,

Y corta ventanas para él,

Le pone artesonados de cedro,

         Y lo pinta de bermellón

¿Crees que eres rey

Porque compites en cedro?

¿No comió y bebió tu padre

E hizo justicia y rectitud?

Entonces le fue bien.

Juzgó la causa del pobre y del menesteroso;

Entonces le fue bien.

¿No es esto conocerme a Mí?

Dice el Señor.

Pero tú tienes ojos y corazón

Sólo para tu ganancia deshonesta,

Y para derramar sange inocente,

Y para practicar la opresión y la violencia.

Por tanto, así dice el Señor

Respecto de Ieoiakim el hijo de Josías, rey de Juda:

No lamentarán por él, diciendo:

!Ay, hermano mío o, !Ay hermana!

No lamentarán por él, diciendo,

!Ay Señor! O !Ay majestad!

Será enterrado con entierro de asno,

Arrastrado y arrojado fuera de los portales de Jerusalén

 

                                               Jeremías 22:13-10.

 

Los Profetas no se dirigían solo a los reyes.  Su mensaje iba mas allá.   Estaba orientado a toda la sociedad y le exigía en su conjunto, reparar la opresión de los excluidos.   Eso no era para ellos, solo un asunto de los poderosos, todos eran responsables y debían participar.   Nuevamente, una enseñanza para nuestros tiempos.     Las diversas formas de la exclusión, no son solo de responsabilidad de los poderes económicos y políticos, conciernen como tema ético a toda la sociedad.   Todos los sectores de la sociedad deben asumir sus responsabilidades para enfrentarlas.   Por otra parte, en la Biblia junto a las responsabilidades colectivas, siempre hay obligación de sumar la responsabilidad individual.   Cada persona, como lo hicieron los Profetas en su tiempo, debe asumir la situación y dar su aporte por modesto que él sea para que ella cambie.

 

 

IV.              ACTITUD FRENTE A LOS EXTRANJEROS

 

Una de las figuras de mayor opresión de la historia humana es la de las minorías extranjeras.   En la Antigüedad, su condición solía ser la de personas de una categorías muy inferior que podían ser utilizadas para los fines de los poderosos sin limitaciones de ninguna índole.   En los últimos siglos, se han intensificado las barreras al ingreso de extranjeros a los países más desarrollados y en numerosas sociedades han sido recurrentes episodios de discriminación, utilización de las minorías extranjeras, como "chivo emisario" en momentos de crisis, estereotipación y agresión.

 

El modo de vincularse con el otro, el externo, el más débil por ese hecho básico, es un patrón muy importante para medir el grado de eticidad real que una sociedad aplica.   Ello resulta particularmente importante en nuestra era.  Un tiempo donde se están produciendo las mayores migraciones del ultimo siglo a consecuencia de dificultades económicas, guerras e inestabilidad política.

 

El migrante buscando algun lugar donde poder reiniciar su vida y encontrando muchas puertas cerradas, es una figura típica de exclusión de nuestro tiempo. Sorpresivamente, aún sociedades aparentemente muy maduras, pueden producir rechazos tan fuertes hacia ese excluido, como la que recientemente registraron los medios mundiales en relación a la posición de las autoridades australianas, respecto al ingreso de migrantes afganistanos.

 

Las fuentes judías se han ocupado intensamente del tema de modo directo y sus intérpretes más ilustres han levantado una y otra vez su voz para recordar a las comunidades judías, el claro mandato de las fuentes al respecto.

 

En primer lugar, la Biblia coloca al extranjero entre las figuras de aquellos que deben ser especialmente protegidos.   Forman parte de la opción preferencial de la divinidad por los débiles.  Así dice el Profeta Zacarías (7:9-10):" Sed equitativos en vuestros juicios y tened el uno por el otro, bondad y misericordia. No oprimáis a la viudad, al huérfano, al extranjero y al pobre y no mediteis en vuestros corazones el mal de vuestro prójimo".   Estos son los oprimidos, se caracterizan todos no solo por sus recursos limitados, sino ante todo como lo destaca Erich Fromm, por su debilidad en términos de poder.   Hay una total asimetría de poder entre los poderosos y ellos, y es necesario en nombre de la ética defenderlos.

 

En segundo término, las fuentes judías legislan no dejan la actitud hacia el extranjero en una declaración general, sino que regalan detalladamente la materia.   La Biblia advierte acerca del buen trato que se debe dar al extranjero en 58 oportunidades.  Entre algunas, de sus manifestaciones al respecto, Klausner destaca como el texto bíblico establece la igualdad total ante la ley (números, IX,14): "La ley será la misma para vosotros, la misma para el extranjero que para el natural".   Y especifica (Números XV, 15-16): "Una misma ley regirá ante el Señor para vosotros de la congregación y para el extranjero que habita entre vosotros".  

 

La célebre y universalizada expresión de la Biblia "ama a tu prójimo como a ti mismo" es especialmente aplicada al caso del extranjero.   Dice el Levítico (XIX,33):  "Si viene un extranjero para habitar en vuestra tierra, no le oprimáis. Trata al extranjero que habita en medio de vosotros, como al natural de entre vosotros; ámale como a ti mismo, por que extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.   Yo Jehova, vuestro D-os". 

 

El Talmud regula con todo detalle el cuidado especial que se debe dar al extranjero en una serie de situaciones de la vida diaria, tratando de impedir cualquier abuso.   Escribe:  "Su pan (el del extranjero), su vino y su aceite son puros (permitidos para el consumo).  No se le debe engañar, no se le debe escatimar ni detentar su salario durante la noche, ni enviarle a la frontera (a un mal lugar para vivir), sin permitirle que víva en medio del país israelita, en un lugar bello y donde pueda sostenerse con su trabajo, puesto que está escrito (Deuteronomio XXIII,17):   "Morará contigo, en medio de ti, en el lugar que escogiere en medio de tus ciudades, donde bien te pareciere. No le harás fuerza".

        

En tercer lugar, es tal la sensibilidad del judaísmo ante el tema del extranjero, que no solo protege a los extranjeros amigos, sino que va más lejos, le preocupa aún la situación de los enemigos.   El mensaje es, no olvidar nunca que ellos siguen teniendo figura humana y eso esta por encima de cualquier otra consideración.  El Deuteronomio (23:7) dice refiriéndose a un enemigo tradicional del pueblo judío, los hedomitas:   "No aborrecerás al hedomita porque es tu hermano".  El Talmud refiere una narración antológica al respecto, que sienta un precedente trascendental.   Aún en las peores circunstancias históricas el carácter humano del adversario no debe olvidarse.   Narra lo siguiente sobre el momento en que el Faraón se arrepiente de haber dejado salir a los judíos de Egipto, lanza sus ejércitos a perseguirlos y atacarlos y las aguas del Mar Rojo se abren ante el pueblo judío desesperado y se cierran de inmediato atrapando al ejército del Faraón que iba en pos de ellos:   "En aquella hora (cuando los egipcios perecieron en el Mar Rojo) los ángeles que ayudaban, quisieron entonar un canto (de alabanza) ante el Unico Santo Bendito sea, pero El los reprendió diciendo:   ¨Las obras de mis manos (los egipcios) se están ahogando en el mar y queréis vosotros entonar cantos delante de mi" (Sanedrín 39b).  La vida del ser humano aún cuando fuere un enemigo, se halla por encima de todo.

        

En cuarto lugar, los Profetas se hicieron sentir con todo peso cuando cualquiera de estos principios fue violado.   Abraham llego a discutir con la divinidad misma cuando quiso exterminar a Sodoma y Gomorra dos naciones extranjeras, alegando ante ella, que no debía hacerlo si todavía había seres humanos justos en su medio.   Ezequiel (XXII,29), clama contra los reyes de Judea gritando que, "el pueblo de la tierra oprime, roba, hace violencia al desvalido y al menesteroso y al extranjero lo veja contra derecho".

 

En su conjunto la visión que surge de las fuentes judías es una visión de amor por el extranjero.   Hay una comprensión del corazón del extranjero que surge de la misma experiencia de opresión del pueblo judío:  "No angustiareis al extranjero porque vosotros sabéis como es el alma del extranjero, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto" (Exodo 23:9).   Por otra parte, el mundo soñado, el mundo mesiánico, será un reino donde toda extranjeridad desaparecerá, porque todas las naciones vivirán en paz y armonía absoluta, unas junto a otras.  

 

Finalmente, representando esta concepción de amor por el otro, el Padre del pueblo judío Abraham, arquetipo del ser humano justo y bondadoso tenia como un rasgo central, el salir al camino diariamente a invitar a su casa, a los extranjeros que pasaban por   el.  Incluso, en un momento decisivo de su vida, al consumar el pacto con la divinidad y ser circuncidado, de inmediato volvió al camino a ofrecer su hospitalidad al extranjero.   Shimshon Rafael Hirsh ( 1969) describe vibrantemente ese momento singular:

 

¨En cuanto D-os concluyó su pacto con Abraham y sus generaciones, que lo separaba de todas las otras personas, en cuanto marcó su cuerpo y el de sus hijos con su señal de diferenciación de este pacto, !he aquí que aún sintiendo el fresco sufrimiento de esta señal, ya está parado bajo el sol quemante ante la puerta de su tienda y espera húespedes, tal vez atine a pasar algún extranjero, cansado, caminante politeísta, lo invitará a su casa y lo recibirá con su amor y caridad, que no admiten discriminación entre la gente".

 

V.                 EN DEFENSA DE LOS EXCLUIDOS

 

         En nuestro tiempo la situación del excluido es razonada por ciertos círculos en términos de que se trata de destinos individuales, producto de decisiones erróneas, y ciertas inclinaciones reprochables.   Los pobres serían pobres según ellos, por indolencia, pasividad, alcoholismo, por faltas en definitiva personales.  Las ciencias sociales han demostrado la superficialidad de esas afirmaciones.   En América latina por ejemplo, donde casi la mitad de la población es pobre, es difícil adjudicar la situación a las personas.  Ciertos problemas estructurales han conducido a desigualdades y carencias de oportunidades de tal magnitud que dejan "atrapadas" en ellas a buena parte de la población.   El razonamiento racionalizante lleva en última instancia a descargar el problema exclusivamente sobre sus víctimas y absolver la responsabilidad colectiva frente a el.

 

Los textos bíblicos son terminantes al respecto.   No dejan ningún lugar a "coartadas" fáciles como la mencionada.   Ven al desamparado y la falta de poder de los más débiles directamente ligada a la concentración y mal uso del poder de los encumbrados.   Hay una responsabilidad colectiva insoslayable.  Exigen por consiguiente soluciones que corrijan la situación y no eximen a nadie de participar en ellas.   Todos somos responsables el uno por el otro.  La sociedad en su conjunto y cada uno de sus miembros debe hacerse cargo de una situación   éticamente inadmisible.

 

El judaísmo contempla desde esa mirada a las figuras de debilidad más frecuentes de la Antigüedad: las viudas, los huérfanos, el extranjero al que nos hemos referido, los ancianos y los pobres en general.     Muchas de ellas siguen siendo en otras condiciones, figuras centrales de la exclusión social contemporánea.  Ella aflije a las mujeres pobres solas al frente del hogar, los niños sin familia, amplios sectores de las terceras edades y los ubicados por debajo de la línea de la pobreza.

 

Los niños desprotegidos son una prioridad.   Oseas (14:3), se dirige a la divinidad exclamando:   "Porque en ti el huérfano alcanzara misericordia".  Se atribuyo al Rabí Ieoshua Ben Gamla haber creado la primera escuela pública obligatoria que se conozca en el año 64 DC.  La fundó para resolver un problema planteado por la Biblia.   Ella ordena que los padres sean directamente responsables por la educación de sus hijos.  ¿Pero que sucedería con los huerfanos?.   La escuela pública fue la solución.

 

La viuda participa de la misma protección preferencial.   Heschel (1973) señala:   "La justicia no era una justicia de igualdad…  Siempre se inclinaba hacia la misericordia para con la viuda y los huérfanos".

         La actitud hacia los ancianos es muy particular.   En nuestros días el problema crece.   Los informes sobre la situación hablan de exclusión social, marginación, abandono por las familias, vidas condenadas al silencio a pesar de tener mucho por aportar.   Las fuentes predican algo muy diferente.   El respeto a los padres aparece en el Estatuto central del judaísmo, el entregado por la divinidad, es uno de los Diez Mandamientos: "honraras a tu padre y a tu madre".   Los Patriarcas y los mayores son recordados permanentemente como fuente de inspiración.   Se aconseja a los líderes recurrir continuamente a su juicio.   Cada uno debe seguir esa conducta de respeto a los mayores a diario.  El texto bíblico dice (Vaikra, 19:32):  "Ante las canas te pondrás de pie y prestaras deferencia al anciano y temerás de tu D-os, yo soy Hashem".

 

En el judaísmo cuidar a los ancianos, posibilitarles seguir formando parte activa del núcleo familiar, darles funciones, estimularlos para seguir desarrollando su potencial humano, no es una caridad, sino es lo contrario, una distinción a agradecer.

 

         Las fuentes bíblicas ven a cada etapa de la vida como dotada de posibilidades de aporte y problemas.   No exhaltan ninguna de ellas sobre las demás.  La juventud no debe glorificarse, ni la ancianidad desvalorizarse.   Son partes del plan natural.  Tiene confianza plena en la sabiduría acumulada en los mayores, en su madurez, en su capacidad de transmitir el mensaje a las nuevas generaciones y de seguir contribuyendo.   Heshel  (1973), resalta que no es una dimensión menor. Escribe:  "La prueba de un pueblo es como se comporta con respecto a los ancianos.   Es fácil amar a los niños.   Aún tiranos y dictadores se aseguran de gustar a los niños.  Pero el afecto y el cuidado que se debe dar a los ancianos, a los incurables, a los imposibilitados son las verdaderas minas de oro de una cultura dada".

 

VI.              UN MENSAJE A TENER EN CUENTA

 

Según informan las Naciones Unidas, (PNUD 1999), 30.000 niños mueren por razones totalmente evitables vinculadas a la pobreza.   500.000 madres, fallecen durante el embarazo o el parto, 99% de ellas de los países en desarrollo, muertes producto de la falta de la protección medica mínima necesaria.   En América latina el 36% de los niños menores de dos anos de edad están según Cepal (2000), en situación de alto riesgo alimentario, tienen deficiencias nutricionales.   Según los estudios médicos, si un niño no está bien alimentado en esa edad a los 4 o 5 años presentará daños irreversibles en sus capacidades neuronales.  Son todos destinos de exclusión severa.

 

No cabe ante ellos la actitud de la inevitablidad de la exclusión:   'siempre habrá quienes sufran". Es inhumana pero además inadmisible con un mundo que tiene como producto de las revoluciones tecnológicas excepcionales de las ultimas décadas, capacidades totalmente incrementadas de producción de bienes y servicios.   Tampoco, la posición complaciente de que finalmente todo ello se habrá de solucionar, es un problema de tener paciencia…  Para muchos la espera significa minusvalias y daños irreparables.   La exclusión se paga muy caro.

 

El judaísmo ha asumido este problema desde el inicio de los tiempos, como prioritario y se ha empeñado en denunciarlo y combatirlo.   No tiene en ello ninguna exclusividad, pero como se ha visto, si ha desarrollado orgánicamente y en profundidad las implicancias de la situación, ha elaborado en detalle sobre los medios para enfrentarla, y mantiene un juicio severo a la falta de soluciones.

 

Dibujando los contornos de la visión de las fuentes, dice el salmista (Salmo de Asaf):

 

"D-os esta presente en la congregación divina; juzga en medio de los jueces (de la tierra)…

 

·         !Defended al desvalido y al huérfano!  !Haced justicia al afligido y al pobre!

·         !Librad al desvalido y al menesteroso!  !Sacadlos de la mano de los malvados!".

 

Los desvíos de este mandato liminar, no eran vistos con ninguna complacencia.  Los Profetas los denunciaban en la plaza pública, a la luz del día, de frente y sin ambages ni concesiones.  Atacaban no solo a los imperios externos por sus graves infracciones, sino también con igual dureza a los mismos judíos.   Así el abanderado de la justicia, Amos, proclamó sobre los reinos de Israel y Judea:

 

         …Venden al justo por plata,

         Y al necesitado por zapatos;

         Ellos, que codician hasta el polvo de la tierra

         Que se encuentra sobre las cabezas de los pobres,

         Y desvían el camino de los humildes.

        

                                              Amós 2:6-7; cf.5:11

 

Los Profetas no amenazaban con maldiciones, sino con las consecuencias que significaba el abandonar el camino que llamaban de la justicia y la rectitud.   La historia corroboró mil y unas veces la certeza de advertencias como estas del excepcional diálogo entre Job y sus amigos más queridos, (Job XX. 19-22):

 

"Entonces tomo la palabra Safar el naamashita y dijo:

 

·         Por cuanto oprimió y abandono a los pobres, arrebato casas que no había edificado

·         Por cuanto no conoció sosiego en su vientre (insaciable) por eso de cuanto le deleitaba no salvara nada.

·         Ninguna cosa pudo librarse de su rapacidad; por lo mismo no       persistirá su prosperidad.

·         En el colmo de su abundancia resultara angustiado, que no caiga  sobre él la mano de todas las desdichas".

 

Como surge de la reflexión las fuentes advierten que la explotación de los excluidos y de los pobres no solo atenta contra ellos, daña en definitiva severamente al expoliador.   Vaticina:  "En el colmo de su abundancia resultara angustiado".  Sus acciones no llevan a la felicidad, sino en dirección contraria.   La acción contra los otros, va acompañada de la pérdida de amor, de armonía, de paz interna y un desasosiego permanente.   Este es el perfil que retrata a buena parte de los poderosos enjuiciados por los Profetas.

 

Para el judaísmo hay salida.   Al final del camino no están las tinieblas sino los tiempos de paz y justicia, los tiempos mesianicos.   Pero la salida debe ser construida paso a paso por las sociedades y los seres humanos.   Cuando los Profetas dicen:  "No habrá pobres entre vosotros", no están vaticinando lo que va a suceder sino lo que debería suceder.   Que suceda, depende de la acción colectiva e individual.

 

Eliminar la exclusión, intolerable éticamente, comprometedora del desarrollo y de la democracia, requiere políticas públicas que vayan contra sus causas, una acción decidida de la sociedad civil y la acción personal diaria.

 

El judaísmo puede contribuir con una enseñanza adicional que parece plenamente aplicable a nuestro tiempo y a las actitudes ante la exclusión.   En el siglo I, vivió en el exilio de Babilonia, un sabio muy respetado y querido llamado Hillel.  Escribió tratando de resumir un camino de vida:   ¨¿sino yo por mi, quien?¨,   Es decir todo ser humano tiene la obligación de velar por su salud, su vida, su familia, los roles en los que es irremplazable.   Agregó, ¨¿pero si yo solo por mí, para que?¨.  La vida sin preocupación por los otros, sin trascendencia, sin amor al prójimo, es vacía, pierde sus sentidos principales.   Y finalmente adiciono:  ¨¿Y sino ahora cuando?¨.  No es posible esperar.    Necesitamos frente a la exclusión ese compromiso activo con los otros, y esa urgencia ética apremiante.

 

 


Referencias:

 

CEPAL (2000).  Panorama Social de América Latina. Chile.

 

Fromm, Erich, (1986).  Y seréis como Dioses. Editorial Paídos.

 

Heschel, Abraham Yoshua, (1973).  Ensayos.   Seminario Rabino Latinoamericano.  Buenos Aires.

 

Heschel. Abraham Yoshua, (1973).  Los Profetas.   El Hombre y su vocación. Editorial Paidos.   Buenos Aires.

 

Heshel Abraham Yoshua, (1973).  Los Profetas. Concepciones históricas y teológicas.   Editorial Paidos.

 

Hirsch, Shimshon Rafael, (1969).  El judío y su época.   Incluido en  "Judaísmo y Humanismo". AMIA.   Buenos Aires.

 

Klausner, Iosef, (1957).  El socialismo profético, incluido en Judaísmo y Concepción de justicia. Edición de la OSM.   Jerusalem.

 

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, (1999).   Informe sobre Desarrollo Humano, New York.

 

The World Health Organization, 2002.  Macroeconomics and Health: investing in health for economic development.   Geneve.

 

The World Bank, (2000).  Voices of the Poor. Washington.

 

Unicef.(2002).  Informe sobre la situación de la infancia en el mundo 2002. Ginebra.                  

 

1 comentario:

luis elbaum dijo...

BERNARDO KLIKSBRG, EN LOS AÑOS 2013 DECLAMABA SU SIONISMO, Y A LA VEZ SE DECLARABA PRO KIRCHERISMO, ,PARA QUIEN TRABAJABA ; NO SE PUEDE ESTAR CON D-OS Y CON EL DIABLO, COMO LO HACE KLIKSBERG; QUIEN ES UN BUEN TRADUCTOR DE ESCRITOS INTERNACIONALES