Aunque Janucá es una fiesta establecida
para conmemorar la rebelión de los Macabeos, que logró su cometido por la
victoria de las armas, su contenido es eminentemente espiritual porque fue
motivada por la lucha encarnizada para perpetuar la cultura hebrea, las
tradiciones del pueblo y el arraigo a la Tierra de Israel a través de los
siglos.
Hace más de dos mil años, el ejército de Antíoco
Epifanes y su cultura helenística dominaba la tierra de Israel y sometía al
pueblo judío, quitándole su libertad. Yehuda, el Macabeo y sus cuatro hermanos
desde las montañas de Judea, organizaron un pequeño pero valiente grupo de
resistencia para derrotar y expulsar a los invasores que los habían privado de
la tan preciada libertad.
En la antesala de una gran batalla y ante el poderoso
ejército enemigo que se dirigía hacia ellos exclamaron: "'¿Cómo podremos combatir, siendo tan pocos, con una multitud tan
poderosa?" A esto explica el profeta Zacarías: "Ni con ejército, ni con fuerza, sino
con mi espíritu..."
Cuando la oscuridad impera hoy en el mundo y estamos
completamente sumergidos en las tinieblas, el resplandor de las velas de Januca
penetra en la profundidad de nuestras noches, de nuestras mentes, de nuestras
almas y de nuestros más preciados ideales, transformando la oscuridad en una
potente luz que ilumina con gran intensidad a nuestras vidas y a la humanidad
toda.
Estas luminarias de Janucá son el símbolo espiritual
que refleja a través de su llama la antorcha inextinguible del pueblo judío.
Muchos tiranos se empeñaron y se empeñan por apagarla, logrando sólo quemarse
ante su ardor y desaparecer de la tierra, mientras el pueblo judío puede iluminarse,
renacer y cobrar nuevas fuerzas y vigor ante el resplandor que le da contenido
y brillo a través de los milenios.
Se dice que Januca es la fiesta de alegrías, es la fiesta
de los grandes nissim (milagros) y de las niflaot (maravillas) mientras la Real
Academia Española define lo que es un milagro: "hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a
intervención sobrenatural de origen divino”. En cambio Albert Einstein
sostenía que: “Hay dos formas de ver la
vida: una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un
milagro.”
Hoy tenemos el gran privilegio histórico de
participar del renacimiento, la consolidación y el crecimiento de nuestro
Israel actual, donde la Libertad retorna nuevamente, con grandes sacrificios
pero también con muchas y renovadas energías y esperanzas. Aunque hoy aun, no
todos somos libres, la lucha por la Libertad todavía no ha culminado, todavía
existe un largo camino por recorrer.
El actual Israel está necesitando que se
produzcan nuevamente milagros y
renovaciones, repensarse en nuevos paradigmas que lo relancen hacia un futuro
más acorde con los sueños y las visiones de sus fundadores. Se está haciendo
necesario una nueva generación de macabeos
que enciendan esa vieja menorah y la hagan arder en relucientes llamas que con
su penetrante luz produzcan otra vez milagros, tan necesarios en la crucial
hora actual.
Israel necesita los siguientes ocho milagros
que enfrenten a esa cruda realidad, que la
está pidiendo a gritos:
1. El
milagro que se pueda construir un futuro de justicia social y de
igualdad de oportunidades. Una economía al servicio de la gente. Un país sin
niños pobres, sin ancianos carentes, sin
trabajadores precarizados y con la
solidaridad hacia los necesitados como un valor supremo. Una sociedad donde la
riqueza no se concentre en pocas manos sino que se distribuya entre los que
hacen el país todos los días, con sus manos y con sus mentes.
2. El
milagro que Israel sea un modelo para el mundo: que sea un país
peculiar, que no sea igual a todos y donde imperen nuestros ancestrales valores
de ética, justicia y solidaridad. Que sea un gran faro que ilumine a toda la
humanidad con su ejemplo, que sea el país que soñaron nuestros profetas, el
país que imaginaron nuestros padres fundadores.
3.
El
milagro que aproveche la excelente situación económica, financiera y
tecnológica con la que cuenta actualmente para desarrollar una economía de
bienestar, más humana, más participativa, más distributiva, más incluyente, que
armonice con nuestros valores milenarios de justicia y bienestar social. Una
sociedad solidaria, sin pobres, sin marginados y sin explotados.
4.
El
milagro que se restablezca aquel Estado de bienestar con justicia y solidaridad
social creado por los fundadores de Israel y que fue reemplazado desde hace un
tiempo por un modelo socio económico neoliberal globalizado o capitalismo
salvaje.
5.
El
milagro que ratifique con absoluta certeza, el carácter eterno e indivisible de
Jerusalem como única Capital del Estado de Israel.
6. El milagro que reafirme la defensa,
la reivindicación y la soberanía de los derechos inalienables del pueblo judío
sobre la Tierra de Israel.
7.
El milagro que derrote y envíe al definitivamente al viejo desván de los
olvidos a todas las fuerzas fanáticas y oscurantista del Terror que se desvelan
por borrarlo del mapa.
8. El milagro que una paz
justa, humana, digna y verdadera reine en el medio oriente y en todo el mundo.
“¡Actúa en vez de suplicar. Sacrifícate sin
esperanza de gloria ni recompensa! Si
quieres conocer los milagros, hazlos tú antes. Sólo así podrá cumplirse tu
peculiar destino.”
(Ludwig van Beethoven)
Dr. Guido Maisuls
Buenos Aires, Argentina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario