"Bolivia es un país que está ubicado estratégicamente y representa un importante aliado para Irán que puede actuar como catalizador de la creciente cooperación de Irán con otros gobiernos izquierdistas o populistas de América Latina. Irán no tiene interés en acuerdos bilaterales con Bolivia, sino en sus reservas de uranio"
En septiembre de 2007, las puertas de La Paz se abrieron a un visitante conocido en Estados Unidos como el "demonio" o el "Hitler" de Oriente Medio. Un personaje que exigió que las mujeres estén alejadas de su paso por el kilómetro cero de la urbe, la plaza Murillo, y su estancia en el Palacio de Gobierno. Era Mahmud Ahmadineyad, el presidente iraní que había llegado para firmar con su homólogo boliviano, Evo Morales Ayma, una serie de proyectos bilaterales millonarios. Su estancia afianzó la alianza entre su país y el bloque de gobernantes que integran la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba); más aún, ratificó la expansión del islamismo radical en la región, algo que ha puesto los cabellos de punta al Gobierno estadounidense.
Pero, ¿cuán importante es Latinoamérica para la política iraní? ¿Cuáles son los planes del yihadismo integrista en el continente? ¿Qué papel cumple Bolivia en esta estrategia? Hay mucha tela por cortar en este tema ampliamente estudiado por uno de los más reconocidos intelectuales que reside en suelo estadounidense, George Karim Chaya. Este analista político internacional —que recién presentó un libro que revela el nexo entre el movimiento yihadista y los "montoneros" argentinos— habla en exclusiva con Domingo para responder las interrogantes del interés iraní para propagar la "Guerra Santa" hacia esta región.
—¿Cómo diferenciar al movimiento yihadista del denominado islámico?
—En principio le diría que no hay movimientos islámicos. Cuando nos referimos al Islam en el sentido amplio de la palabra, nos estamos refiriendo a un aspecto religioso, a una confesión, una creencia. En contraposición, el islamismo militante presenta otras características que definen a los yihadistas radicales o integristas como se les conoce en Occidente, y allí hay que decir que el islamismo es la consecuencia de la enemistad y hostilidad contra la modernidad. Los judíos y cristianos son vistos como los principales representantes de la modernidad por los islamistas y por el régimen instaurado por Khomeini. Del mismo modo, Occidente es percibido como enemigo porque es portador de cambio social y cultural. La ideología islamista esta incluida en la doctrina nacional de la República Islámica de Irán como algo absoluto. Es por eso que su presidente, Mahmud Ahmadineyad, reivindicó y renueva constantemente su antisemitismo y la islamización de todo el planeta. El islamismo político se basa conceptualmente en el antimodernismo, se entiende a sí mismo —y se describe— como un paradigma alternativo a la modernidad y a la democracia occidental. Pero es también una ideología que ha traído represión, terrorismo global, crímenes y guerras, y lo mas complejo, el peligro de una Tercera Guerra Mundial.
—¿Cuál es el peso histórico de los grupos yihadistas en Latinoamérica?
—En realidad es un acontecimiento relativamente nuevo; aunque la atención de Irán hacia América Latina como región y sus lazos bilaterales con naciones latinoamericanas son de larga data y relativamente sólidos. Irán compartió, desde fines de la guerra Irán-Irak (1980-1988), una relación ideológica con Cuba y un vínculo político con Venezuela desde la fundación de la OPEC (Organización de Países Exportadores de Petróleo, por su sigla en inglés) en los años 60. El impulso detrás de estas relaciones bilaterales de larga data es por partida triple. En política exterior, la posición no alineada de Irán lo forzó a buscar países con puntos de vista ideológicos similares; los esfuerzos, por parte de Estados Unidos, de mantener a Irán aislado, desde el punto de vista diplomático y económico, lo obligaron a llevar a cabo una política exterior activa y, finalmente, la elección de un presidente reformista en 1997 hizo posible que países como Brasil se unieran a Irán con suficiente confianza como para resistir las presiones de EEUU.
—En lo contemporáneo, ¿cómo se expresa la presencia yihadista en la región?
—Lo que se aprecia por estos días es de muy sencilla interpretación, salvo, claro está, para la Organización de Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y una parte de la comunidad internacional. Explicarlo es sencillo: "Los valores occidentales, entendidos como la voluntad política de respeto a las libertades de los estados democráticos modernos, son la representación del mal desde la perspectiva del islamismo radical; Europa, Estados Unidos, Israel y Occidente suponen el mundo de la degeneración y la ignorancia en la cosmovisión islamista. El antioccidentalismo y el antijudaísmo son la lógica consecuencia del fundamentalismo islamista y su antimodernidad. De allí que la lucha contra Occidente es una declaración de guerra contra la democracia y los valores de la modernidad". Ésta es la norma básica en la cosmovisión y el pensamiento islamista y esto se expresa en Latinoamérica a través del soporte que gobiernos electos democráticamente —pero que no se comportan como democráticos, como Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, por nombrar algunos— ofrecen en sus países para la expansión de ese islamismo yihadista en el continente latinoamericano.
—Usted aseveró en una entrevista con un medio que el "chavismo" es la puerta de ingreso del yihadismo. ¿Son los gobiernos de izquierda los que allanan la inmersión regional de los grupos yihadistas?
—Venezuela se convirtió en la puerta de entrada de Irán hacia la región. Actualmente existe entre Caracas y Teherán un vuelo semanal con escala en Damasco, operado por la aerolínea venezolana del Estado (Conviasa) y la compañía aérea nacional de Irán (Irán Air). La piedra angular de la política de Ahmadineyad en América Latina es la formación de un eje antiamericano con Venezuela. Durante una visita a Teherán en el año 2006, el presidente venezolano, Hugo Chávez, dijo ante público de la Universidad de Teherán: "Debemos salvar la especie humana y poner fin al imperio de Estados Unidos". Cuando, un año después, Chávez llegó otra vez a Teherán, Ahmadineyad y Chávez usaron ese encuentro para declarar un "Eje de Unidad" contra Estados Unidos. Los esfuerzos para desestabilizar la zona indican la búsqueda de una presencia iraní permanente en el umbral de Estados Unidos y, en ello, es vital el apoyo y el papel que juega el presidente Chávez, desde luego.
Respecto de entender la alianza entre yihadistas con gobernantes populistas y dictadores de izquierda como Chávez, Fidel Castro (Cuba) o Daniel Ortega (Nicaragua), puede entenderse en la retórica que enfatiza y confronta la autonomía e independencia de las grandes potencias, principalmente de Estados Unidos y también de Europa, citando unidad en la lucha contra el imperialismo y el capitalismo. Pero lo cierto es que América Latina tiene aún —metafóricamente hablando— muchas guerras por ganar, me refiero a la lucha contra el hambre, las drogas, el sida, la desocupación, etcétera. Y no se aprecia que estos gobernantes pongan el mismo énfasis en mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos en estos tópicos como lo hacen en sus discursos favorables a una cultura que le es totalmente ajena a sus pueblos. Algo está funcionando mal en la cosmovisión y las ideas de esos gobernantes latinoamericanos, a mi juicio.
—¿Cómo diferenciar esta expansión yihadista de la ocurrida en Europa?
—La escasa comprensión y la forma en que se trata el problema sobre el fenómeno del terrorismo yihadista por algunos gobiernos latinoamericanos son incorrectas y ello se debe al desconocimiento político-ideológico del fenómeno de la yihad global. El mayor error de estos gobiernos es no reconocer que sus países han sido designados como campo de batalla global; aunque es cierto también que de momento Latinoamérica no es para la yihad una fábrica que produzca activamente. El crecimiento de la pobreza en algunos países latinoamericanos no genera terroristas suicidas, esto es así, por fortuna.
El punto negativo y preocupante es que yihadistas provenientes del Oriente Medio, adoctrinados por madrazzas (universidades) islamistas, puedan extender su influencia en el continente a partir de la "languidez" de sus fronteras y el desconocimiento sobre estos movimientos que indudablemente subyace en gobiernos y público latinoamericano mayoritariamente. Es demasiado escasa, si no deficiente, la comprensión por parte de políticos y funcionarios de América Latina en relación con este tema. No se tiene claro que si no fuera Irak, Gaza o Afganistán sería Somalia, Argelia, Chechenia, Londres o Madrid. Los yihadistas no son una reacción determinada ante un punto de controversia, por el contrario, son una fuerza de combate "ideológico-militar" con una visión del mundo a la que aplican sus estrategias fundadas en la teocracia que sostienen a partir de una severa y perjudicial distorsión del Islam. Vea usted, el hecho de que Estados Unidos haya ido a Irak y si ello ha sido o no acertado es otra discusión. Irak no creó yihadismo, todo lo contrario, los yihadistas son la prolongación de la guerra en Irak donde el mundo pudo apreciar sus tácticas y operaciones y más aún: pudo conocer que existían.
Por lo demás, le diría que Europa ya tiene dentro una segunda generación de yihadistas; recordemos los autores de los atentados en los autobuses de Londres, no eran inmigrantes, eran nacidos en Inglaterra. Esto ha hecho que los yihadistas piensen en expandirse a otras latitudes, ¿porque no hacerlo? Si en Europa no les ha ido mal, por qué no les iría bien en Latinoamérica cuando existen para ellos gobiernos amigos y los ciudadanos de esa región pueden ser seducidos mucho más fácilmente por cuestiones tanto económicas como políticas mucho más accesibles que las que debieron vencer en Europa para la captación ideológica de combatientes. Se trata de una guerra, ellos lo saben y están tratando de utilizar todos sus recursos disponibles para desarrollarla y ganarla.
Vea, muchas personas en América Latina podrían ser consideradas como simpatizantes de la causa del islamismo militante solamente por sus posiciones antiimperialistas, antisionistas —que muchas veces oculta su antisemitismo— y por su rechazo a EEUU y a los países desarrollados de Europa Occidental, pero muchas de éstas no son capaces de dar respuesta en cuanto a la naturaleza de la ideología que apoyan, y esquivan el debate imponiendo una visión propia de la realidad de los hechos a las acciones que los yihadistas ejecutan.
—¿Cuáles son los objetivos del yihadismo para su expansión a Latinoamérica?
—En la actualidad, el desplazamiento hacia la izquierda de muchos países latinoamericanos permitió a Irán tener más éxito en su intento de mejorar sus relaciones. Desde el punto de vista de Ahmadineyad, en lugar de responder pasivamente hacia el intento de Estados Unidos de aislar a Irán política y económicamente y convertirse en el jugador dominante en la región de Oriente Medio, Irán debería movilizarse, agresivamente, en el propio terreno de Estados Unidos como forma de ejercer presión sobre Washington, o al menos, intentarlo. Allí se entiende la estrategia de avance islamista en América Latina. Ahmadineyad quiere contraatacar a EEUU en su propio hemisferio y, tal vez, desestabilizar a sus gobiernos amigos a fin de negociar desde una posición de mayor fortaleza.
—¿Qué papel juega Bolivia en el plan?
—Bolivia es un país que está ubicado estratégicamente y representa un importante aliado para Irán que puede actuar como catalizador de la creciente cooperación de Irán con otros gobiernos izquierdistas o populistas de América Latina. En septiembre de 2007, Ahmadineyad visitó por primera vez la ciudad de La Paz para conocer al presidente Evo Morales. En esa oportunidad firmaron un programa de cooperación de 1.100 millones de dólares en el sector subdesarrollado de petróleo y combustible de Bolivia. Un año después, el Gobierno de Bolivia, con el apoyo de Irán y Venezuela, creó la Compañía Estratégica Pública Nacional Cemento de Bolivia con una inversión de 230 millones de dólares para la implementación de dos plantas en Potosí y Oruro. Tiempo después Irán decidió abrir, en Bolivia, dos clínicas de salud como base para futuros proyectos —en Sudamérica— de la Media Luna Roja. El acuerdo incluyó el envío de equipos médicos iraníes a Bolivia y el ofrecimiento de educación y entrenamiento para profesionales bolivianos, expandiendo así la ayuda médica que ya está siendo suministrada por Cuba y Venezuela al Gobierno de Morales.
En septiembre de 2008, Morales viajó a Teherán y acordó con Ahmadineyad acelerar la ejecución de proyectos conjuntos para incrementar el desarrollo y bienestar económico de ambas naciones, fue allí donde ambos presidentes emitieron una declaración sobre la interferencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el expediente nuclear iraní, donde Morales llegó a decir que ello no tiene justificación legal ni técnica. La decisión de Morales de apoyar, sin vacilación, la posición de Irán en su actual enfrentamiento nuclear sirve para consolidar la amistad entre Irán y Bolivia. Es más que claro que la influencia de Chávez con el presidente Morales ha puesto a Bolivia como un aliado estratégico del régimen de los mullah's (versados en el Corán) en Sudamérica y esto no será bueno para el pueblo boliviano en el largo plazo. Bolivia tiene recursos naturales de alta importancia para la comunidad internacional y muy bien podría avanzar y progresar en la explotación y comercialización de ellos para ampliar sus riquezas, pero no veo que ayude a su imagen internacional su cercanía con el régimen de Teherán.
—Se habla que Irán ha estrechado lazos con Bolivia por sus reservas de uranio, para alimentar sus afanes nucleares…
—No tenga la menor duda. Irán no tiene interés en acuerdos bilaterales con Bolivia si usted piensa en términos de salud, alimentación, cultura u otra materia de real interés del pueblo boliviano. Su interés en Bolivia se centra absolutamente en sus reservas de uranio y en la ubicación geográfica de Bolivia dentro del continente. Quien crea lo contrario incurre en un grosero error.
—¿Cuánto preocupó al anterior Gobierno de George W. Bush y al actual de Barack Obama en EEUU la estrechez de lazos entre Irán y la región latinoamericana?
—No veo que la anterior administración estadounidense haya reparado mucho no sólo en Bolivia, más bien ha sido una política negativa para con toda América Latina, salvo raras excepciones como podría ser Colombia, y en este aspecto puede usted encontrar las razones en la focalización de la política exterior americana en el conflicto del Oriente Medio en los últimos ocho años, le diría. Respecto de la novel administración del presidente Obama, habrá que darle tiempo aún para evaluar ese aspecto, lleva escasos 100 días en el poder y también aparece como abocado a temas como Irak y Afganistán de momento. En cualquier caso, lo cierto es que la relación de Estados Unidos con América Latina no transita su mejor momento.
—Este ingreso del yihadismo y su coqueteo con gobiernos de izquierda, ¿cómo influye en el discurso y vigencia del antisemitismo en Latinoamérica?
—Es innegable que el antisemitismo existe. Hoy se relaciona al sionismo como una energía que está detrás de la globalización y el capitalismo salvaje y, más aún, que se sostiene y retroalimenta del imperialismo estadounidense. A mi juicio, las manifestaciones antisemitas han crecido de manera exponencial y preocupante en los últimos años de la mano de la Venezuela del presidente Chávez. Hay una conexa y directa relación entre el lenguaje y la agresión deseada que es innegable. Esta impronta se hace presente cada día con más claridad desde los regímenes árabes islamistas, pero el detalle no menor es que no se agota en la región del Oriente Medio ni en sus regímenes islamofascistas, sino que ha trascendido geográficamente hacia otros puntos del globo favorecidos por gobiernos como el de Chávez, donde la demonización de Israel y del sionismo ha influido de manera estricta en la opinión pública y el espectro político izquierdista latinoamericano.
El desembarco y la penetración reciente de ideologías islamistas en diversos países latinoamericanos es más que significativo, aunque esto sea negado y minimizado por no pocos gobiernos de la región y se reproduce mayoritariamente en aquellos países de recientes migraciones de colectivos musulmanes que son fácilmente infiltrados por yihadistas militantes para desarrollar su cometido ideológico-doctrinario. Ese radicalismo islamista cuenta con la simpatía de sectores izquierdistas históricamente antiimperialistas que relacionan al Estado de Israel con el imperialismo estadounidense. Así, la demonización de Israel y del sionismo ha influido de manera estricta en la opinión pública y el espectro político izquierdista latinoamericano escondiendo prejuicios antisemitas y frecuentemente el tradicional odio a los judíos.
—¿Cuáles son los peligros y las posibles salidas para bajar el tono de los discursos y prácticas antisemitas en la región?
—Sobre los peligros, no creo que estemos de camino y en retorno hacia la Europa de los años 30, cuando la Italia fascista de Mussolini y la Alemania nazi de Hitler destrozaron Europa dando los primeros pasos hacia la ignominia mayor que devino en el Holocausto. Pero es notorio que desde la postguerra y hasta los años 80 la mayoría de las agresiones antisemitas eran menores y casi siempre reaccionarias. Hoy adquieren un tenor peligrosamente diferente al que hay que tomar con seriedad. Lamentablemente no está ocurriendo eso en América Latina, donde informes anuales de gobiernos locales son manipulados y organizaciones sociales y culturales judías son presionadas para que no den a conocer actos de antisemitismo y si los publicitan, son negados y minimizados por funcionarios gubernamentales de sus países. Sí podemos decir que Europa ha avanzado, en países como Francia y Alemania han reaccionado con firmeza contra el antisemitismo, pero muchos países aún lo ignoran.
En referencia a evolucionar en temas de antisemitismo, Latinoamérica debe recorrer aún mucho camino, se debería estimular y promover la educación, la concienciación y la investigación científica e intelectual adecuada sobre este fenómeno, algo que no se observa en las políticas de los organismos defensores de los derechos humanos, en sus agendas casi siempre teñidas de ideología y moral sesgadas. Los gobiernos sudamericanos son poco proclives a la autocrítica, pero no deberían perder el rumbo en cuanto a concienciar y sensibilizar a sus ciudadanos para generar valores y conductas humanísticas y democráticas.
—¿Qué se puede esperar con la reelección de Mahmud Ahmadineyad?
—Lo que se debe esperar es que habrá una profundización rígida de las bases de la Revolución Islámica instaurada por Khomeini hace 30 años. Desde luego que ello conlleva a una mayor profundización de la crisis regional dado el expediente nuclear iraní en curso y su apoyo a los grupos terroristas regionales como Hezbolá, Hamas y la Yihad Palestina. Y esta preocupación la escucho a menudo de colegas árabes y de cancillerías de los países sunnies del golfo que ven a la expansión persa chiita como un peligro mayor a Israel, a quien consideraban su enemigo histórico, que hoy no es tal de cara al peligro que simboliza la expansión de un Irán nuclear.
—¿Cuáles son los peligros contemporáneos y a futuro de la presencia de grupos yihadistas en Latinoamérica? ¿A qué puede llevar ello en lo político, económico, social y en la seguridad de los países, ya que estos grupos son radicales y afines a atentados?
—Muy buena su pregunta. En realidad existen varios peligros. En el terreno regional, Venezuela y Bolivia apoyaron fuertemente a Hezbolá durante la Segunda Guerra del Líbano (julio-agosto, 2006). El presidente Chávez fue extremadamente enérgico durante ese período. La verdadera prueba llegó durante la última guerra en Gaza, cuando Israel comenzó la Operación "Plomo Fundido" para disuadir a Hamas de atacar Israel, los presidentes Chávez y Morales adoptaron la posición iraní y cumplieron con la solicitud de Ahmadineyad de romper relaciones diplomáticas con Israel. Venezuela no sólo las rompió sino que prometió pedir el procesamiento de los líderes de Israel en la Corte Internacional por crímenes contra la humanidad para que sean castigados.
Los peligros están presentes, Irán aún es el Estado más activo patrocinante del terrorismo en el mundo. Es un rótulo que el régimen iraní ostenta con orgullo. Irán cuenta con una partida presupuestaria de nueve dígitos para financiar organizaciones terroristas y tiene una historia de terrorismo en el hemisferio sudamericano, y sus vínculos con los atentados en Buenos Aires están comprobados según la Justicia Argentina. El atentado suicida de la Embajada de Israel en Buenos Aires en 1992, podría decirse que fue el primer ataque terrorista islamista en el hemisferio occidental. Aunque aún debe ser oficialmente esclarecido, la mayor parte de la evidencia apunta a Hezbolá. Una camioneta conducida por un suicida y cargada de explosivos, impactó contra el frente de la Embajada y mató a 29 personas e hirió a más de 250.
El 18 de julio de 1994, el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) fue atacado, dejando 85 muertos y 300 heridos. Ese atentado terrorista fue el de mayor número de víctimas en la historia de Argentina, y resultó ser el de mayor número de víctimas judías a causa del terrorismo fuera de Israel desde la Segunda Guerra Mundial. Según la investigación de la Justicia Argentina, numerosas pruebas demuestran que Argentina, a mediados de 1980, fue infiltrada por la inteligencia iraní que estableció una amplia red de espionaje que luego se convirtió en un completo servicio de inteligencia que comprendía la Embajada iraní y su agregado cultural en Buenos Aires. Ahora, la situación parece repetirse en Venezuela y Bolivia con el apoyo activo o pasivo de sus gobiernos, quienes son conscientes de la pasada actividad de inteligencia iraní en el continente.
Otro peligro será si otros países latinoamericanos siguen el ejemplo boliviano-venezolano y levantan las restricciones de visa a ciudadanos iraníes. Irán demostró qué puede hacer en América Latina "con" restricciones de visa. El problema de esta presencia y actividad es que va más allá de los niveles normales políticos, económicos, sociales y culturales y trepa hacia una zona peligrosa de terrorismo y violencia, amenazando no sólo intereses de actores externos, sino posiblemente la misma estabilidad de los países anfitriones. A largo plazo, la exportación de la enseñanza ideológica chiita radical y religiosa puede alcanzar y ejercer influencia en sectores más amplios de la estructura social, especialmente a los más pobres y carenciados y, de esta manera, agregar otro elemento de inestabilidad y radicalización en un continente plagado de penurias socioeconómicas.
Fíjese: ¿qué pasaría si Irán, a pedido del presidente Chávez o del presidente Morales, decidiera desplegar sus misiles de largo alcance en Venezuela o Bolivia, si ellos se sintieran amenazados?
Rl panorama no es el mejor para América Latina, aunque seguramente en el futuro y a largo plazo los islamistas serán vencidos y la ideología de la yihad global no ganará. Pero no se debe demorar la aplicación de medidas con las que se asegure que no obtengan la victoria. En el caso latinoamericano, los esfuerzos para hacer frente a los desafíos que plantea la infiltración islamista deben ser realizados en coordinación con instituciones multilaterales, organizaciones civiles, gobiernos y líderes locales. Al centrarse en áreas de interés mutuo, América Latina puede desarrollar una asociación que apoye las iniciativas regionales y de sus propios países en el progreso y la seguridad.
DE PERFIL
BA in History. Escritor, docente y analista político internacional experto en asuntos de Oriente Medio e Iberoamérica. Escribe para periódicos de Estados Unidos y España. Es asesor académico de la Fundación Safe Democracy. Su reciente libro: Montoneros: Conexión local en los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel, editado en la República Argentina en abril último, ha sido de gran impacto en toda América Latina. Su página web personal http://www.georgechaya.org/ se halla entre las más visitadas en la materia en internet y sus conferencias sobre geopolítica y el conflicto árabe-israelí suscitan interés de intelectuales, dirigentes comunitarios, profesionales, estudiantes y público en general.
1 comentario:
Una mente brillante,hay que reconocerlo.
Es imnegable esta sufriendo la influencia de "mandatarios" populistas y demagogos que se dejan llevar por las promesas de un tirano persa.
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