Hoy, en el año 2014, se esta escribiendo con sangre y lagrimas dos
historias humanas y sociales aparentemente diferentes pero con un fondo muy similar,
en escenarios muy distantes y peculiares pero con una profunda y amenazante sombra
de injusticias, autoritarismo y la represión: Venezuela y Ucrania son las dos
experiencias que oscilan entre la tolerancia, la indiferencia y un atisbo de complicidad
de una comunidad internacional que inevitablemente rememora lamentables épocas históricas
del pasado inmediato.
Hoy, Venezuela vive momentos críticos,
complejos y dolorosos. La represión brutal digna de ser comparada con los duros
períodos transcurridos durante las sangrientas dictaduras latinoamericanas de
la década de los 70 y la feroz combinación
de ignorancia y arrogancia de Nicolás Maduro, es coronada por la atroz indiferencia de los países de la región
que salvo raras y honrosas excepciones, observan y miran para otro lugar, sin
condenar, ni sancionar enérgicamente, generando así un oscuro escenario futuro.
Millones de venezolanos que sufren
la violencia y la represión en sus ciudades se sublevan contra el desastre
social, económico y político producido por un gobierno ciego e impotente que utiliza
y promueve la violencia como única salida a la tremenda crisis auto producida.
Opina la bloguera cubana y licenciada en Filología, Yoani Sanchez: "El
sector juvenil y universitario ha sido en este caso el motor impulsor de
las protestas. Lo cual evidencia que Miraflores ha perdido la parte más
rebelde y dinámica de una sociedad. Aunque los titulares oficialistas
hablen de conspiración fomentada desde el extranjero, basta mirar las
imágenes de policías y comandos armados golpeando a los manifestantes,
para comprender de dónde viene la violencia."
Ante las penurias de una población
venezolana que se debate entre la creciente inflación, los enfrentamientos y la
corrupción generalizada y frente a una anarquía y desorden que parece no tener límites,
los países vecinos en América Latina y la OEA guardan
silencio, con una exasperante indiferencia que nos sorprende y nos llama
poderosamente la atención.
Dijo Simón Bolívar, militar y político
venezolano, una de las figuras más destacadas de la emancipación americana
frente al Imperio Español: "Todos los pueblos del mundo que han lidiado
por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos".
En otro lugar opuesto del mundo, las
calles de Kiev han sido testigo de una nueva generación de ucranianos que se
niega a tolerar el abuso de gobiernos corruptos, autoritarios y represivos. En
su lucha por la libertad, los ucranianos enfrentan el gran dilema histórico, la
libertad o una nueva y desagradable opresión del oso polar ruso.
El 16 de julio de 1990, el Soviet
Supremo de Ucrania (Rada Rada) definió en su “Declaración de Soberanía de
los Estados” en su artículo 4: “La República Socialista
Soviética de Ucrania proclama solemnemente su intención de convertirse en el
futuro en un estado permanentemente neutral, sin participación en bloques
militares y el acatamiento de tres principios no nucleares: no aceptar,
producir o adquirir armas nucleares”.
A diferencia de Venezuela, el
presidente Víctor Yanukovich, de Ucrania, no tuvo la suerte de Nicolás Maduro
pues fue obligado por el pueblo ucraniano y la comunidad internacional para
cesar la represión y luego dimitir. Hoy y ya de regreso a la libertad y a la autodeterminación
nacional, Ucrania está atrapada entre la espada y la pared por la posibilidad
real de caer nuevamente bajo otro tipo de autoritarismo, pues el presidente
ruso, Vladimir Putin, está dispuesto a oprimir a Ucrania y los episodios de Crimea
han sido solo sus primeros pasos expansivos.
A pesar de las profundas
diferencias históricas, políticas y culturales, Venezuela y Ucrania se han
convertido en modelos a imitar de una lucha que trasciende sus fronteras y se
expande hacia toda esta sufriente humanidad por el auténtico derecho humano de
vivir en Libertad.
Dr. Guido Maisuls
Buenos Aires, Argentina.
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