Si no soy yo ¿quién?, si no es ahora ¿cuando? si es solo para mí, ¿de que sirve? (Hillel)
De:
historiabierta@yahoo.com.ar
A quienes apoyan o contradicen a Israel Finkelstein y a todos los fraudulentos y mentirosos que cuestionan desde hace décadas la historia, la identidad y la memoria del milenario y doloroso peregrinaje del pueblo de Israel y de otros que inclusive niegan el holocausto nazi, deberíamos informarles que ahora finalmente han aparecido las pruebas de la presencia del pueblo hebreo en Egipto, de Moisés su liberador, llamado en Egipto Senmu-t (Musen silábicamente invertido, y de la realidad del Éxodo liderado por el gran profeta, caudillo político e inspirado estratega iniciador del movimiento ideológico, político, religioso y moral contenido en el Pentateuco o Libro de Moisés.
Los negadores de la verdad, historiadores y egiptólogos "minimalistas y negacionistas bíblicos", han convencido a muchos que Ios israelitas nunca vivieron en Egipto faraónico, y por lo tanto nunca hubo un Moisés ni un Éxodo del país del Nilo. Según ellos no hay ninguna prueba de la veracidad de los relatos bíblicos, nada que sustente los derechos históricos originales de Israel a su tierra prometida.
¿Ninguna prueba del pueblo hebreo en Egipto? ¿Ninguna prueba de la existencia histórica de Moisés? ¿Ninguna prueba arqueológica?
No sé si está al tanto que se ha descubierto recientemente en Egipto la cripta que preparó en vida el profeta (la tumba tebana 353) y que nunca llegó a ocupar pues debió exiliarse alrededor de sus 40 años. Esa cripta secreta, sin terminar y sin uso, la ocultó con tanta habilidad que recién en 1927 el arqueólogo Herbert Winlock la excavó intacta luego de 3400 años. El sorprendente descubrimiento ha puesto punto final a siglos de especulaciones históricas. La egiptología oficial, acorralada ante las evidencias, se niega, como es su costumbre, a debatir abiertamente cualquier hallazgo arqueológico que confirme la historia bíblica. La cantidad de pruebas arqueológicas es tan abundante y certera que el consejo supremo de antigüedades de la República Árabe de Egipto se aboca actualmente a una obsesiva campaña de recuperación de los textos y estatuas que están en museos occidentales (hay veinticuatro estatuas del profeta y numerosos autorretratos en los Museos Metropolitano de Nueva York, de Fort Worth, el Louvre, de Berlin, de Brooklyn, de Munich, Museo Británico, etc.) porque no les conviene que se sepa la verdad histórica.
¿Cuál es la verdad histórica entonces? Israel y su descendencia vivieron en Egipto, en su seno nació el futuro libertador hacia el año 1520 a.e.c., que la Torá, Pentateuco o Libro de Moisés se escribió en esa antigua época, y que existió un Éxodo documentado por muchas fuentes arqueológicas egipcias (tumba de Amenofis II, templo funerario de Hatshepsut, dos criptas privadas, el papiro Ipuwer, la correspondencia de Tell el Amarna, los abundantes textos de Senmut, de Manethon, etc.). Lo que sobra son las pruebas.
El grave revés, el gran fiasco para los mencionados historiadores y egiptólogos minimalistas y negadores bíblicos es que el "mito" de la Biblia no es un mito ni una leyenda, que el relato central es verdadero, que la arqueología dispone actualmente para probarlo de antiguos y superabundantes textos y monumentos que respaldan sobradamente los derechos milenarios del pueblo de Israel y de su descendencia a la tierra prometida, derechos otorgados expresamente a través del reclamo por escrito -el Pentateuco- sobre la tierra de Canaán extendido por un alto dignatario político de Egipto, la potencia dominante, luego de recibir del faraón la orden de abandonar el país y conseguir que delegara en sus manos los destinos del pueblo hebreo, su carta política de independencia del imperio.
Porque ahora la arqueología y la historia pueden probar fehacientemente que el primer elegido, el originario, es el pueblo de Israel, que la tierra de Canaán –que incluía Israel, Gaza, parte del Líbano, de Siria y de Jordania- fue reclamada mediante documento escrito -el libro de Moisés o Pentateuco- para Israel mas de veinte siglos antes de producirse la conquista árabe islámica. Que con respecto a su profeta y caudillo político, criado y educado en Egipto durante cuarenta años no debe extrañar que su cultura y creencias fueran egipcias, pero luego a lo largo de sus restantes cuarenta años en íntimo contacto con los pueblos abramitas, cananeos y semitas seminómadas diera la espalda a sus primeros credos y elaborara una síntesis superadora, el inspirado monoteísmo moral destinado a ser copiado y trasmitido de generación en generación y cuyo texto dio posterior origen y basamento al judaísmo, cristianismo e islamismo.
Se adjuntan algunos de los documentos arqueológicos descubiertos que deberían difundirse traducidos al inglés y hebreo para ir desenmascarando las teorías falsas y mentirosas de Finkelstein y asociados.
¿Se anima a ayudarnos a difundir esta verdad histórica?
Americo Figueroa <historiabierta@yahoo.com.ar>
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