Estimado amigo Guido:
Bajo el título "Israel, un milagro moderno" una institución de acercamiento judeo cristiano publicó un breve texto dirigido a creyentes y no creyentes. Debido a su lucidez lo transcribo íntegramente, por si considerara oportuna su difusión. Un abrazo de su amigo Américo Figueroa.
"ISRAEL, UN MILAGRO MODERNO"
"La época en la que vivimos no parecer muy propicia para creer en milagros. Hay quienes piensan que las señales de Dios pertenecen a los tiempos pasados cuando el hombre era más crédulo y menos culto. Lo cierto es que ni el tiempo de los milagros ha terminado, ni el hombre es menos crédulo ni más culto hoy que lo que ha sido en el pasado.
Dios todavía dirige los hechos de la historia y a través de ella ha ido plasmando su voluntad y desarrollando sus planes con referencia al ser humano. Cuando afirmamos en el epígrafe que Israel es un milagro moderno queremos significar que algunos hechos recientes de su historia no pueden ser explicados sino aceptando que fuerzas superiores a las humanas están actuando poderosamente a su favor, como si por encima de la capacidad de sus gobernantes la invisible mano de Dios moviese los acontecimientos en torno a su supervivencia.
Invitamos a nuestros lectores a considerar lo que bien podría llamase: el triple milagro del Israel moderno.
1) El cumplimiento de la profecía sobre el regreso de Israel a su tierra.
"Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestro suelo" (profecía de Ezequiel 36:24). Esta sección de la profecía de Ezequiel trata de la restauración final de Israel en su propia tierra luego de sucesivos retornos parciales. "La tierra devastada será cultivada después de haber sido una desolación a los ojos de todos los transeúntes. Y se dirá: esta tierra, hasta ahora devastada, se ha convertido en un jardín de Edén, y las ciudades en ruinas, devastadas y demolidas, están de nuevo fortificadas y habitadas. Y las naciones que quedan a vuestro alrededor sabrán que Yo he rehecho lo que estaba demolido y he replantado lo que estaba devastado" (Ezequiel 36:34/36). La formación definitiva del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948 – 5 de Iyar de 5708- fue el cumplimiento de ésta y otras profecías bíblicas que señalaban claramente el restablecimiento final de los israelitas en su país. ¿Cómo pudo ser posible tal evento después de casi 2000 años de haber sido expulsados de su propio suelo? Si bien muchos países amigos contribuyeron al establecimiento del Estado de Israel, otros se opusieron firmemente a ello y tomaron las armas para impedirlo. Un escritor contemporáneo conocedor de primera mano de los asuntos judeo-árabe-cristiano, William Hull, puso las cosas en su lugar cuando dijo: "Yo me coloqué del lado de Israel porque Dios estaba con ellos". Lo que parecía imposible a lo largo de veinte siglos estaba sucediendo ante los ojos asombrados de todo el mundo, amigos y enemigos de Israel, y por primera vez a lo largo de 2000 años los judeos volvían a su hogar terrenal. ¡Dios había realizado un milagro profético! Aunque utilizó en el cumplimiento de este maravilloso evento la intermediación de países e instituciones de naturaleza humana, es evidente que el Estado de Israel (Medinath Israel) surgía otra vez ante la faz de la Tierra como una señal profética cumplida en el siglo XX.
2) El segundo milagro del Israel moderno es la asombrosa capacidad de defenderse de las hostiles naciones que lo rodean.
Cuando culminó en 1948 el mandato británico sobre la tierra prometida, los ejércitos combinados de los países árabes invadieron Israel, y los judeos, carentes de todo armamento pesado y sobrepasados en número, no sólo resistieron sino que contraatacaron y consiguieron finalmente imponer una tregua. Dice la Biblia: "Si fueran sabios –los enemigos de Israel- podrían entenderlo pues, ¿cómo un solo hombre puede perseguir a mil y dos poner en fuga a una multitud? sino porque su Roca se los ha vendido, porque Jehová los ha entregado?" (Cántico de Moisés, Deuteronomio 32:29/30). Confirma Levítico 26:8: "Cinco de vosotros perseguiréis a cien, y cien de vosotros perseguiréis a diez mil", pues tal era la proporción -1 a 100- de la población judea frente a los árabes en 1948. Pocos años más tarde, en 1956, Israel fue nuevamente hostilizado por sus vecinos árabes y obligado a tomar las armas; fue una campaña tan fulminante que en pocas horas ya había obtenido la victoria sobre sus enemigos. El comentario mundial fue unánime en reconocer que la campaña del Sinaí fue casi un milagro cuya explicación no es sencilla. Luego llegó la nefasta madrugada del 5 de junio de 1967: un cinturón de nueves países enemigos declararon la guerra a Israel y juraron "arrojarlo al mar". Nuevamente sucedió lo inaudito: Israel, otra vez solo y sin ayuda exterior, afrontó la situación con su confianza puesta en Dios. Bastaron las ocho horas iniciales para que el inmenso poderío humano y bélico de sus enemigos quedase inutilizado, permitiendo así un arrollador avance de Israel sobre las capitales de los países que le declararon la guerra. ¡En seis días la guerra estaba ganada y concluida! ¿Se puede atribuir tan solo a la táctica militar de Israel o al descuido de sus adversarios este milagro de nuestro siglo? Como en los tiempos bíblicos es el pequeño David que vence al fiero Goliat. Seis años después, en 1973, egipcios y sirios atacaron por sorpresa a Israel en el día de Iom Kipur y tampoco en esta oportunidad pudieron derrotarlo. ¿Qué podemos agregar? No titubeamos en afirmar que siempre venció porque el brazo del Señor estuvo de su parte, y creemos sinceramente que el mundo entero debería reconocer esta verdad. Los eruditos de la historia y de la estrategia militar se preguntan: ¿Cómo fue posible? Aventuramos la respuesta: ¡Es otro milagro de Dios en pleno Siglo XX!
3) El tercer milagro, y tal vez el más grande, es que el pueblo de Israel continúa siendo el pueblo elegido de Dios.
"Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo" fue el pacto eterno que hizo con el pueblo de Israel. Dios jamás quebrantó esa promesa a través de los siglos, ni aun en medio de las grandes calamidades que Israel debió soportar a lo largo de su historia. Matanzas, pogromos y persecuciones no lograron exterminarlo y siempre sobrevivió un Resto con miras a la reedificación de la nacionalidad. La Segunda Guerra Mundial con su secuela de seis millones de judeos asesinados tampoco logró aniquilar al pueblo israelita ni quebrantar su fe, "cuya roca es Jehová".
"Ciertas corrientes teológicas cristianas pretenden que la Iglesia católica ha ocupado el lugar de Israel y que, por lo tanto, Dios ha desechado a su antiguo pueblo e invalidado su Pacto. Este concepto equivocado está claramente rebatido en las Escrituras. Aquellos cristianos que fácilmente han cedido a esa equivocada teoría debieran detenerse a leer sin prejuicios los capítulos 9, 10 y 11 de la carta del apóstol Pablo a los romanos; allí se enseña que Israel no ha sido dejado de lado por Dios y mucho menos que la Iglesia cristiana haya absorbido los privilegios y las prerrogativas de Israel. Israel continúa siendo, pues, el pueblo de Dios. Israel es un milagro de Dios en pleno Siglo XXI, circunstancia que debe llamar a la reflexión a todos los pueblos del mundo".
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