No debería sorprendernos la conclusión, sin duda correcta, que las raíces judías y palestinas coinciden genéticamente en casi un noventa por ciento. Por otro lado, es acertado que la historia acompaña la relación de parentesco entre ambas colectividades. De Egipto salieron los hijos de Israel, durante el Éxodo, junto a una "abigarrada muchedumbre", definitivamente incorporada a Israel al momento de ser circuncidada antes de entrar a Canaán. Esa muchedumbre en su mayoría semita estaba asimismo sometida a Egipto, arameos y amorreos, entre otros.
Esa muchedumbre tenía origen semita, no olvidar que de Abraham proviene no sólo Israel, el pueblo israelita, sino también Ismael, el pueblo árabe. También hay que recordar el ingreso y prosperidad de Jacob en Egipto, mientras que Esaú, hermano de Jacob, florecía en Seir, y por su parte Lot, yerno de Abraham, lo hacía en Edom.
La cuestión genética e histórica que nos emparenta, se complica cuando la conquista islámica nos divide, conversiones forzosas y persecuciones religiosas mediante. Han transcurrido tantos y tantos siglos, que conmueve saber que en esta era de sinceramiento, casi al borde de una guerra, los forzados anusim y los palestinos judíos den a conocer sus sentimientos fraternales con el pueblo israelita, recuerden las raíces compartidas y deseen regresar al seno de Israel.
Considero un acierto de tu parte insistir que el pueblo judío es mucho mayor de lo que se pensaba y que desea integrarse a la comunidad de Israel.
Un cordial, amistoso saludo. Américo Figueroa. |
Si no soy yo ¿quién?, si no es ahora ¿cuando? si es solo para mí, ¿de que sirve? (Hillel)
6 de diciembre de 2010
Un estado para un pueblo
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