Tres
estudiantes de una academia rabínica (yeshiva), en Judea y Samaria, fueron
secuestrados por terroristas palestinos. Mientras se teme por sus vidas, en Israel amplían
la búsqueda de los tres jóvenes secuestrados y no
escatima medios para encontrar a Eyal Yifrah, Gilad Shaer y Neftalí Frenkel.
Quienes vivimos alguna vez en este
complejo y salvaje Medio Oriente vivenciamos cómo se viene desarrollando desde
tiempos casi inmemoriales un largo y tortuoso conflicto que nos atrapa
irremediablemente a todas las sucesivas generaciones de jóvenes, ancianos,
mujeres y niños.
Nosotros, quienes aborrecemos
tanto despliegue innecesario de odio, de maldad y de muerte nos oponemos
decididamente a estas y otras guerras que se niegan miserablemente a la razón,
a la lógica, a lo humano y a la vida misma.
Cuando observamos esas espantosas
imágenes de sufrimiento y muerte que nos muestran los medios informativos
sensacionalistas para vender más o simplemente para demonizarnos, sentimos una
desagradable sensación de asco y repulsión hacia este interminable conflicto
sin fin que nos imponen los agentes del fanatismo y el terror.
Reflexionando sobre los hijos, los
hijos de mis amigos y de todos los jóvenes, logré entender en toda su
dimensión, del verdadero significado de esta frase tan escuchada: Melaj
Haaretz, la Sal
de la Tierra.
Comprendí que la
Sal de la
Tierra es esta noble juventud, son estas chicas y chicos casi
adolescentes que se preparan para estudiar, para trabajar, para defender y para
vivir en estos momentos tan difíciles y siendo sin lugar a dudas lo mejor de lo
mejor de nuestro pueblo.
Los padres de estos jóvenes,
vivencian en múltiples oportunidades los dramáticos momentos donde las almas
tiemblan por la suerte de sus hijos, con cada llamada, con cada timbre en la
puerta, se paralizaron los sentidos, imaginando un terrible aviso donde les
pudieran decir que algo malo pudo pasar, de que se encontraran en un lejano
hospital del sur o del norte y quizá de algo peor aún, todo lo más tenebroso
que se les pueda cruzar violentamente por sus temerosas mentes. La espesa
vigilia de saber algo sobre ellos, haciendo interminables las horas de trabajo,
inquietantes los cortos periodos de descanso, torturantes los momentos de
charlas, higiene personal o limpieza hogareña. Todas esas horas que transcurren
a menudo, muy lentas y plenas de fantasmas
Aviva Shalit es la madre del
soldado Gilad Shalit, ella nos logra explicar fielmente lo que significa cual
es el precio que puede tener un hijo secuestrado por el terror:
“Últimamente se habla sobre el precio
que se debe pagar por tu liberación, y yo te digo – y toda madre que se
encuentra aquí lo sabe – que no hay precio para el niño que hemos llevado en el
vientre, parimos y criamos con nuestro sudor. Se puede discutir acerca del
precio de una casa, un automóvil o acciones de una empresa, pero no hay precio
para la vida de nuestros hijos, que fueron enviados a una misión por el Estado
de Israel y quedaron allí”.
En Israel existe un excelente
escritor que se llama David Grossman, de quien me fascinan y emocionan sus
dotes literarias pero me separan profundas divergencias con respecto a su
errada valoración del protagonismo de nuestro Estado de Israel frente al hostil
lobby internacional siempre empeñado en demonizar.
Pero rescato su nobleza y generosidad, sus elevados sentimientos ante esa tremenda e irreparable pérdida como padre:
Pero rescato su nobleza y generosidad, sus elevados sentimientos ante esa tremenda e irreparable pérdida como padre:
“En la noche del 12 de agosto de
2006, pocas horas antes del fin de la guerra, mi hijo Uri murió junto a los
ocupantes de un vehículo blindado, al ser alcanzados por un misil de la Hezbolá”
“Les quisiera hablar de Uri pero
no puedo. Sólo esto: imagínense un hombre joven al principio de su vida, con
todas sus esperanzas, su alegría y su humor. Así era él"
“Así eran miles de israelíes,
palestinos, libaneses, sirios, jordanos y egipcios que perdieron la vida en
este conflicto. Y otros que la siguen perdiendo”. “No olvidar que el que está
enfrente, el enemigo que me odia y me ve como una amenaza para su vida, es
también un ser humano con sus preocupaciones, con su familia y sus hijos, con
su idea de justicia y sus esperanzas, con sus desesperaciones y sus miedos”.
Nuestra recordada Golda Meir, la
cuarta primera ministro del Estado de Israel, nos lega una formidable e
histórica sentencia profética: "La paz llegará, cuando los árabes amen
a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros".
Lo más sorprendente en este mundo
tan violento e intolerante, es que estos hijos no desean ir a la guerra, no
tienen intensiones de exterminar al enemigo, no tienen interés en saquear
indefensas poblaciones civiles o conquistar tierras extrañas. Solo quieren
luchar contra quienes se fijaron como objetivos preferidos atacar a nuestros
hogares, contra esos enemigos indecentes cuyo gran sueño dorado es borrarnos de
la faz de la tierra o echarnos al Mediterráneo.
Se equivocan y muy a lo grande,
estas fuerzas retrogradas y oscurantistas del terror que no se dan cuenta que
esta gran debilidad de Israel, este apego a sus hijos, es realmente nuestra
gran Fortaleza.
Esas ganas de vivir no es un
invento artificial y superfluo creado en forma mágica desde el nacimiento de
Israel como Estado ni es importada de ningún sofisticado y novedoso mercado
multinacional, simplemente la heredamos de nuestros ancestrales valores judíos.
Valores ancestrales que
permitieron sobrevivir a nuestro pueblo en las condiciones más adversas y
extremas, teniendo que optar permanentemente entre la vida y la muerte,
eligiendo siempre la vida.
Su principal Fortaleza fue y
seguirá siendo nuestro apego a la vida cotidiana, a los padres, a los hijos, a
los amigos, a la tierra, a las instituciones y al futuro.
Su gran Fortaleza es luchar por la
vida, amar apasionadamente la vida para que sus hermanos, sus hijos, sus almas
y su sangre vivan para siempre.
“Nuestros hijos” de
Kalil Gibran,
“Vuestros hijos no son vuestros
hijos.
Ellos son los hijos y las hijas de la Vida que trata de llenarse a sí misma.
Ellos son los hijos y las hijas de la Vida que trata de llenarse a sí misma.
Ellos vienen a través de vosotros
pero no de vosotros.
Y aunque ellos están con vosotros no os pertenecen.”
Y aunque ellos están con vosotros no os pertenecen.”
Dr. Guido Maisuls
Buenos Aires, Argentina.
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