31 de octubre de 2007

Adios a la rutina


Una carta muy personal

´´´Dicen que la rutina mata al amor, pero el verdadero amor mata a la rutina´´
Anónimo


Hoy es un día especial, un día distinto para mi, hoy no trabajo, pedí tres días de vacaciones y con un solo objetivo: tener tiempo para pensar. No deseo viajar a ningún lugar exótico ni tampoco visitar a nadie conocido, solamente pensar. Por supuesto que al principio mi rutina interrumpida abruptamente me sume en una especie de anarquía existencial esperable como si fuese una clásica adicción pero, poco a poco comienzo a adaptarme de nuevo a mi transformada realidad.


La palabra rutina suele llevar asociada una connotación negativa, se habla de huir o escapar de la rutina como si uno fuera a evadirse de una cárcel, evidentemente las rutinas tienen muy mala fama pues te las impone naturalmente la vida: tienes que levantarte a tal hora, tienes tanto tiempo para desayunar, tienes que trabajar tantas horas, te quedan tantas horas para dormir y así irremediablemente todos los días. Me hace recordar esa vieja película argentina de 1969 con Norman Brisky, La Fiaca, donde un típico empleado de oficina decide un día rebelarse frente a su rutina y no va a trabajar porque tiene "fiaca". Su familia, sus amigos y sus empleadores intentan disuadirlo sin éxito, el resiste pero la realidad siempre se termina imponiendo, a medida que el tiempo pasa su situación se complica afectiva y económicamente y así se frustra su rebeldía.


Abandono mi rutina cotidiana pero no deseo reemplazarla por otra, solo pensar, aunque esa acción es una cosa que creemos hacer todos los días, la ausencia de la rutina de siempre permite pensar en otras cosas, mas espontáneas, mas frescas y creativas. Por ejemplo: verme donde y como estoy parado en este mundo, en mi vida, en mi familia y en mi trabajo; nuevos proyectos superadores que lleven mis sueños a la realidad; tratar de ver la realidad con otra mirada, desde otros ángulos, en otros perfiles y con colores y brillos diferentes.


"Las maravillas de la vida se nos escapa por la cómoda trampa de la rutina.", John Nigro


Resulta muy placentero ahora poder caminar muy temprano, en las frescas mañanas otoñales de las kraiot, en búsqueda de mi añorado mar Mediterráneo, pisar sus blandas arenas, mojarme en sus cristalinas aguas y sentir el aroma salobre que trae su brisa; es como dice Serrat: estar entre la playa y el cielo. Esa misma playa y ese mismo cielo que me acogieron y me dieron su bienvenida cinco años atrás, cuando llegue a esta bendita tierra.


Es una sensación deliciosa el poder chatear sin apuro con mi hijo Adolfo, a mas de 20.000 km. de distancia, hablando de sus proyectos, de su vida y de sus sentimientos en Argentina, de la misma forma que cuando el era pequeño.


Salir a caminar en los tranquilos atardeceres, con los verdes prados kibutzianos vecinos, al costado del camino, acompañado de mi hija Sari y contarle como era yo de niño y que sentía ante la vida y ante el amor exactamente a sus mismos 17 años.


Escuchar a cualquier hora del día, desde mi celular la fresca voz de mi hijo David, mi soldado paracaidista, que me llama desde algún lugar del Golan, diciéndome que esta todo bien, que anoche durmieron en el campo luego de caminar 35 km. con sus pesadas mochilas a cuestas y que cenaron espléndidamente de su mana cravit o comida en latas.


Sentir a mi esposa cuando se va a su trabajo a la mañana, despidiéndola con un tierno beso luego de haberle preparado su desayuno preferido, un privilegio exclusivo de mis días libres.


Siento la vaga sensación de un vacío temporario, que desaparece por arte de magia todos los viernes y sábados israelíes, mis entrañables amigos de Kiriat Bialik y los esplendidos encuentros en los típicos boliches de las kraiot o en nuestros hogares, amigos que durante la semana están enfrascados irremediablemente en sus respectivos trabajos. Lamentablemente un lunes o un martes no dispongo de esos encuentros memorables donde entre cafés y cervezas protagonizamos las mas importantes, profundas y amenas polémicas, donde terminamos arreglando todos los problemas sociales, económicos, políticos y filosóficos del universo.


“ La Rutina es un esqueleto fósil cuyas piezas resisten a la carcoma de los siglos. No es hija de la experiencia; es su caricatura. La una es fecunda y engendra verdades; estéril la otra y las mata. La Rutina, síntesis de todos los renunciamientos, es el hábito de renunciar a pensar".
Ingenieros, José: El hombre mediocre, Buenos Aires, Longseller, Clásicos de Bolsillo, 2002.

Existe una sola rutina de la cual no he podido escapar, es hacer justamente lo que hago en estos momentos y se llama escribir, sentado frente a la computadora en mi teclado voy volcando mis pensamientos, mis sentimientos y las mejores cosas que llevo en mi memoria y en mi alma desde hace muchísimo tiempo, pero no lo hago para que queden guardados infinitamente en Microsoft Word o en los borradores de mis casillas de correo electrónico, son para volcarlas al mundo, es decir para todos ustedes, que tienen la benevolente paciencia de leer mis Cartas desde Israel, cartas destinadas a todos aquellos que puedan compartir conmigo este idioma tan hermoso que es nuestro castellano, cartas que cuentan, simplemente de mi visión de este rincón del mundo que tengo el privilegio de vivenciar.

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