18 de septiembre de 2010

Septiembre de 1944 - KOL NIDRE EN DACHAU


Saludos y unas reflexiones


Septiembre de 1944 - KOL NIDRE EN DACHAU



Por Jack Fuchs



Fue en Dachau. En una barraca, la mía, había casi cien judíos. La mayoría éramos de Lodz, Salónica, Hungría. Pocas semanas atrás habíamos llegado desde Auschwitz. Habíamos dejado a nuestros seres queridos en el infierno más atroz imaginado. Nunca pudimos reencontrarnos con ellos.

Todo había sido tan rápido. La llegada, la separación de nuestros familiares, de nuestros nombres convertidos en números, de nuestras ropas. Sólo quedamos con los zapatos con los que habíamos entrado...

Algunos fuimos "seleccionados" para ir hacia un campo en construcción que, finalmente, constituiría -para muchos- campo de muerte. Esta "selección" también fue separación para morir tantas veces como fue posible: por hambre, anonimato, frío, hambre, separación, pérdida, imposibilidad de soñar, desear. Hambre. Siempre hambre".

Durante algún tiempo ni tuvimos conciencia del paso de las horas. No existían calendarios ni relojes. El único elemento, que nos mantenía atados a una realidad temporal, eran los toques de sirena.

Sin embargo, hasta hoy no encuentro respuesta al hecho de que alguien pudiera recordar que una noche fue "Kol Nidre". Aquellas, "todas las promesas", debían hacer arrepentir a algunos hombres de los ofrecimientos vanos. No fue así.

Alguien había logrado entrar con un pequeño Sidur. Lo sacó y, en voz baja, comenzó a recitarlo. El simple hecho de tener un libro de rezos, podía costar la vida. El llanto, que nos invadió a todos, estaba lleno de desesperación. Hoy, como entonces, sigo preguntándome quién tenía necesidad de continuar con el judaísmo después de lo que estábamos viviendo, todo aquel infierno por ser judíos.

Han pasado más de sesenta años y la impresión, que con tanta insistencia se reitera en la proximidad de estas fiestas, continúa siendo intensa. Fue una plegaria... simplemente una plegaria que no llegó a ningún lugar.

Las lágrimas, cristalinas, impregnaron nuestras ropas. Soledad. Resignación. Autocompasión. Probablemente, para los creyentes, D-s estaba ocupado en otras cosas.

No soy el mismo que escuché y cooperé en levantar esa plegaria, en una noche de Iom Kipur. Pese a todo, sigo preguntándome qué valor podía tener si, ni siquiera, sabíamos si al día siguiente viviríamos.

Cada fecha me retrotrae a lo pasado en mi ciudad: los alemanes entraron, en un mes de septiembre como este, hace cincuenta y siete años, marcando un antes y un después. El comienzo del fin.

Mi generación, la que vivió en guetos y campos, se continúa debatiendo ante un dilema existencial: recuerdo y pesadilla. Olvidar y aferrarse a la necesidad de evocar.

Tal vez haya, en algún lugar, un espacio para la religiosidad. Probablemente la urgencia, una vez más, sea la de revivir a aquellos que no tuvieron la posibilidad de repetir la plegaria, en libertad.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo creo y siento que ese día de Septiembre de 1944, sumergidos en el paroxismo del dolor humano, todos uds. ESTUVIERON REALMENTE MÁS CERCA DE YAHVEH!! Tantas veces Yahveh enseña a sus hijos en la escuela del Dolor! Sí, hay espacio para la religiosidad. Un espacio inmenso... lo único que hace falta es que todo Israel decida volver a hablar con Yahveh como en épocas pretéritas! Que hablen con Su Señor como se habla a un amigo todopoderoso...
NI una gota de la sangre de Israel derramada en los campos de muerte nazis, ha sido olvidada por Dios.
Nada ni nadiepodrá borrar el hecho que Yahveh LOS ELIGIÓ COMO SU PUEBLO AMADO.

Shalom!

CAIA