La palabra diversidad
resuena fuerte en mi mundo interior, tiene el aroma de la pluralidad, sabe a heterogeneidad
y se opone frontalmente a la gris monotonía y a la rutinaria uniformidad.
El arco iris no es solo
una ilusión óptica, una simple descomposición de la luz, los implacables rayos
del sol que traspasan las pequeñas gotas de agua que flotan en el aire, un maravilloso
arco multicolor con el rojo hacia afuera y el violeta hacia adentro. El arco
iris es simplemente los siete maravillosos colores: rojo, naranja, amarillo, verde,
azul, añil y violeta. El arco iris es mucho más que todo esto, es la diversidad.
Mis opiniones
siempre pretendieron ser una herramienta para que el mundo se entere de lo que ocurría
y ocurre en Israel, en este pedacito tan pequeño de globo terráqueo que la
historia asignó para ser el Estado de Israel pero que fue y seguirá siendo la
cuna de las tres religiones monoteístas más importantes y el origen de las
principales civilizaciones.
Mi idea
original, fue informar y esclarecer sobre su acontecer a todos mis hermanos de
habla hispana del mundo entero. A pesar de la gran confusión reinante en un
mundo aparentemente muy comunicado pero muy mal informado, mis cartas
pretendieron llegar a mis hermanos judíos de una manera natural y espontánea
pero mi intención siempre fue también comunicarme con mis hermanos gentiles,
con los que tuve la suerte de compartir extraordinarias vivencias de vida tanto
en mi Argentina natal como curiosamente también en Israel.
Para mi alegría
y satisfacción en estos días me estoy enterando que todos estos objetivos se han
ido cumpliendo debido a las respuestas gratas y solidarias, de la enorme
cantidad de lectores de todos los continentes que me responden desde su
condición de no judíos que no sólo comprenden sino hasta se comprometen a
aportar para un Oriente Medio más humano, más pacífico y más justo, conviviendo
en armonía con lo que muchos llaman con justicia: “Israel, el país de los
judíos”.
Así es que sigo
recibiendo miles de mensajes de nuevos amigos del mundo, palabras que me
emocionan y sorprenden, a pesar de vivir a miles y miles de kilómetros de
distancia de Israel y en sociedades con sus problemáticas completamente
diferentes, que comprenden, sienten y comparten nuestros dramas y vivencias medio
orientales con tanta claridad y naturalidad como si fuesen universales.
La diversidad es la más
perfecta y armoniosa búsqueda de la creación, es la mejor sinfonía de
heterogeneidad posible en la actividad humana, en la formación cultural, en la
identidad personal, en la formación de los grupos y en la infinita actividad
humana. La diversidad es la heterogeneidad, es la ruptura de los estereotipos que
por falta de confrontación suelen potencializarse en los grupos homogéneos.
La diversidad garantiza los derechos humanos: "Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna….Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Las dispersión forzada del pueblo judío durante algo mas de dos mil años trajo
como consecuencia que hoy y alrededor del mundo aparezcamos con diferentes
apariencias, con diversos idiomas, con distintos colores de piel, con
costumbres multifacéticas, incluso con aspectos muy difícil de identificarnos
como tales, por esto hoy el judaísmo es multiétnico y pluralista aunque tenga
un origen y un gran destino en común.
Buenos Aires impresiona hoy como una metrópolis algo menos europea que cuando la conocí a fines de los setenta, mas cosmopolita, fuertemente multicolor y fundamentalmente diversa.
Argentina siempre
fue un país muy generoso y hoy continúa cobijando sin especulaciones a hombres
y mujeres de buena voluntad que intentan adaptarse como pueden en búsqueda de
un futuro promisorio: Peruanos, paraguayos, bolivianos, chinos, hondureños,
africanos y tantos otros que nutren estas abigarradas muchedumbres que irrumpen
cotidianamente desde el alba hasta el atardecer, en la búsqueda del sustento de
cada día y de los preciados sueños acunados desde sus tierras de origen.
El enclave más
emblemático de esta diversidad es ese espacio urbano llamado Once: el barrio
más heterogéneo de Buenos Aires donde conviven judíos, árabes, armenios,
chinos, coreanos, peruanos y provincianos. Un desfile incesante de una ruidosa
sinfonía de sonidos y de un colorido arco iris de imágenes, una muchedumbre
febril en las veredas, el desordenado desorden de los puestos ambulantes, el aroma
a café de bares casi centenarios, el brutal contraste entre el hervidero humano
de los días laborables y el desierto silencioso del fin de semana.
La diversidad es pluralismo,
es el pensamiento democrático que asegura
la existencia de diferentes posiciones y pensamientos ideológicos,
es la participación de los diversos grupos sociales en la vida democrática, es
la creación y la promoción de sectores con diferentes puntos de vista sobre su
tiempo histórico y su realidad social. La diversidad es heterogeneidad pues promueve el pluralismo y no pretende representar
a un solo pensamiento pues se genera desde la participación, el diálogo y el debate.
La diversidad me
retrotrae a las épocas de mis amigos en mi infancia con los que compartimos
juegos, alegrías y el descubrimiento de un mundo nuevo; a mis compañeros de mis
años adolescentes con muchos sueños, emociones y nuevas inquietudes juveniles;
a mis hermanos de la
Universidad con los que proyectábamos la reconstrucción de
una humanidad diferente, idealista y más perfecta: el hombre nuevo; amigos de
trabajo y de las experiencias de la vida adulta.
La diversidad es la convivencia armónica
entre las diversas culturas que en muchas ocasiones entraron y entran en
conflicto entre si pues la supervivencia de una cultura se ve amenazada por el
avance de otras pues a los pueblos
aborígenes no siempre les fueron respetados sus derechos mas fundamentales como
su cultura, su hogar y su misma vida, habiendo sido sometidos frecuentemente a
experiencias históricas trágicamente dolorosas, traumáticas e injustas.
¿Porque escribo?
Hoy escribo para ustedes, para todos los que llamo mis hermanos
del mundo, Escribo para ti, sin importarme tu ideología y sus falsas
interpretaciones de izquierdas o de derechas. Sin importarme el color de tu
piel, ni tu edad, ni tu sexo, ni tu condición socioeconómica, ni tu
nacionalidad, ni tu idioma aunque mi español natal me acompañe desde que estaba
en el vientre de mi madre.
Sin importarme tus creencias religiosas porque estoy seguro que
Mi Dios y el Tuyo es el mismo. Escribo exclusivamente para aquellos que
compartan conmigo el paradigma de una justicia digna para todos, para los que
luchamos por conquistar una paz autentica y verdadera sin hipocresías ni
especulaciones, para los que soñamos con la verdadera felicidad de compartir
entre todos, esta creación perfecta: Nuestro Mundo.
Dr. Guido Maisuls
Buenos Aires, Argentina.
Buenos Aires, Argentina.
1 comentario:
tus textos estan lleno de verdades me deleita leerte
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