(Certezas e
incertidumbres)
El fundamento de mi identidad es como me veo yo
mismo y no como los demás me perciban, me amen, me acepten, me odien o me
rechacen. Reconozco que los enemigos de mi identidad no tienen que ver con el
mundo externo sino con mis demonios internos.
Nunca vivencié una amenaza real para mi
identidad judía pues esta siempre fue clara, concisa y natural.
Pero, ¿por donde pasa mi identidad judía?
Siempre me he visto como parte de ese pueblo
Hebreo saliendo de Egipto ese 15 de Nisán del 2448 o año 1313 antes de la Era Común, que estaba en
un gran dilema aguardando con gran temor a orillas del mar, sin saber qué
hacer. Si entraban al mar podían ahogarse, si luchaban contra el ejército del
Faraón podrían perecer en el combate y si volvían a Egipto deberían continuar
en la esclavitud.
De pronto y con gran determinación, irrumpió
Najshón, hijo de Aminadav, de la tribu de Iehuda e introdujo un pie en el mar
pero este no se abrió, se sumergió hasta su cintura y luego hasta su pecho y el
mar lo seguía cubriendo, cuando las aguas alcanzaron su nariz y ya no podía
respirar… el mar se abrió y el pueblo con gran regocijo comenzó a cruzar por el
sólido y seco lecho rumbo hacia la
Libertad.
Siempre me he percibido en el Bunker de la
calle Mila 18, Varsovia ese lunes 19 de abril de 1943 cuando Mordejai Anilevich
lanza desde su bunker de la calle Mila 18, el levantamiento del Gueto de
Varsovia para detener a las tropas nazis que comenzaban la segunda deportación
masiva de judíos hacia los campos de la muerte, con poco más de doscientos
combatientes judíos muy pobremente armados pero con la firme determinación de
luchar contra el asesinato masivo y por la entonces utópica libertad de su
pueblo.
Aprendí de mis mayores que en la vida hay que
ser un hombre derecho y valiente, que hay que ponerle el pecho a la vida pero
también hay que estudiar una carrera, aprender un oficio y ser un idishe mench.
A veces me he sentido como ese pueblo errante
que ha sido obligado a dispersarse, a vagar interminablemente por todos los
confines del orbe, rechazado y humillado, sin derechos a retornar a su mundo.
Algunas veces me he asumido como Teseo, quien
en su desafío de vencer al Minotauro y salir ileso del peligro solo contaba con
la ayuda del ovillo de hilo de su amada Ariadna para hallar el camino de salida
del sombrío Laberinto.
¿Entonces por donde pasa mi identidad judía?
Otras veces he sido como Ajashverus, el eterno
judío errante, que solo desea poder descansar algún día en su Tierra Prometida
tan distante.
Otras como el legendario patriarca Jacob, a
quien sus hijos llevaron de muy anciano a Egipto para después retornar con el
próximo éxodo a su amada Tierra.
Pero también soy un sueño, soy un azar, soy un
destino, cuando no se hacía adonde ir y me encuentro perdido, temo no poder
encontrar mi verdadero camino.
Me rechaza sobremanera la posibilidad de
vivenciar mi identidad como un prisionero de extraños y sombríos conjuros que
opaquen la verdadera alegría de vivenciarla como una bendición, como el orgullo
de ser.
Mi identidad judía no se construyó desde la
eterna y persistente existencia del antisemitismo pues me rechaza la idea de
ser una eterna víctima histórica. Opino como Jean-Paul Sartre que el judío
auténtico se auto elije a sí mismo judío y no se identifica en la caricatura
grotesca que el antisemita pretende mostrarle ya que no se avergüenza ni tiene
motivo alguno para avergonzarse de su propia esencia.
Mi identidad judía no se origina del trauma del
Holocausto pues me impacta negativamente la posibilidad de quedar atrapado
definitivamente en la inevitable maldad del ser humano.
Mi identidad judía no proviene del miedo a la
asimilación porque no acepto la desagradable fantasía de ser irremediablemente
una especie en extinción como lo fueron los Tyranosaurus rex o los mamuts.
Creo que ser un judío hoy, es una opción de
vida, es ser un irremediable rebelde que nade eternamente contra la corriente
del conformismo, de la mediocridad, de la corrupción y de la maldad de los
hombres.
Es oponerme activamente a las injusticias que
percibimos en nuestra rutina cotidiana, es trabajar incansablemente desde mis
imperfecciones y debilidades para ser una luz entre las naciones, es atreverme
desde mis humildes lugares a hacer de este mundo un lugar realmente digno de
ser vivido.
Hoy me siento orgulloso de ser un judío, de
pertenecer al ancestral pueblo judío y de ser por mi propia elección parte de
ese pueblo judío.
Mi identidad pasa por esa plegaria fundamental del judaísmo,
la esencia de la fe monoteísta, la piedra angular de la Torá: "Oye, Israel,
el señor es nuestro Dios, el señor es
Uno" (שְׁמַע יִשְׂרָאֵל, ה' אֱלֹהֵינוּ, ה' אֶחָד; Shemá Israel, Adonai Eloheinu, Adonai Ejad
Deuteronomio 6:4).
Dr. Guido
Maisuls
Escritor y periodista.
Periodismo de opinión e investigación.
Escritor y periodista.
Periodismo de opinión e investigación.
3 comentarios:
ALELUYA, LA PLEGARIA MAS BELLA DEL MUNDO. SHEMÁ IRRAEL..
la plegaria mas bella del mundo Shemá Israel.. deuteronomio6:4.Aleluya
Aleluya por la plegaria que nos identifica y nos une desde lo más profundo Shema ISRAEL ✡❤
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