No es la nota que uno espera leer de Jorge Guinzburg: con el histrionismo y el desparpajo puestos sobre la mesa. El talentoso generador de ideas pidió una ensalada Caesar en el restaurante del Royal Pacific y se puso serio y prudente. No hay nada que hacer: cuando un entrevistador se sienta en el sillón del entrevistado, parece que se le van las ganas de jugar. Vale la aclaración: el periodista-humorista-conductor-empresario y autor del libro "Sesiones extraordinarias. En el diván" estuvo amable, pero mostró una seriedad inusitada, la cara desconocida de la moneda.
Noticias: El centro de su libro son las sesiones de psicoanálisis…
Jorge Guinzburg: (interrumpe) El psicoanálisis es un pretexto, la idea es que alguien llega al consultorio no porque tenga una inhibición, sino en un intento desesperado por entender una realidad difícil de comprender.
Noticias: ¿Por qué lleva tantos años en el diván?
Guinzburg: La terapia es extraordinaria para conocerse mejor y la recomiendo. También siento que es un gran disparador creativo.
Noticias: No creo que se analice sólo por eso…
Guinzburg: Llegué a partir de mi asma, una enfermedad psicosomática. Es algo muy placentero, además creo que uno nunca termina de conocerse, y la terapia ayuda mucho.
Noticias: Usted se toma con humor su baja estatura, ¿alguna vez se sintió mal por eso?
Guinzburg: Cuando empecé a intentar el contacto con el sexo opuesto, a los 13, ahí podía joderme, pero después encontré en el humor y la sensibilidad la forma de resolver el tema y no vivirlo como una limitación. Me empezó a ir bien. ¿Cuándo te jode?. Cuando te va mal. El humor elimina barreras, acerca. La sensibilidad te hace atractivo. Y ser un semental, ayuda más todavía (ríe).
Guinzburg: No pasa por ahí. Este año me excedí, me quitó placeres como la posibilidad de viajar, del encuentro familiar. Cuando se me ocurre algo tengo ganas de concretarlo, pero siempre hubo un equilibrio entre laburo y descanso, salvo este año.
Noticias: Dicen que usted es muy chinchudo en el trabajo y que a veces llega al maltrato…
Guinzburg: Quiero desmentir eso; no creo que alguien que trabaje conmigo pueda decirlo. Maltrato, jamás. Soy exigente, me pongo mal cuando las cosas no salen. Pero tengo relaciones afectivas, creo lazos familiares con los que laburo. Ernestina (Pais), por ejemplo, me hace regalos para el Día del Padre.
Noticias: ¿Le cuesta bancarse los errores ajenos?
Guinzburg: No más que los propios. Soy el primero en decir "me equivoqué, soy un boludo". Me gusta ser perfeccionista y una de las productoras generales es una enferma perfeccionista: Andrea, mi mujer.
Guinzburg: No tengo nada dramático. Los problemas económicos pudieron generar algo que no fuera armónico en mi casa, pero mis viejos se querían mucho. Estuvieron juntos hasta la muerte de mi papá, y mi mamá no volvió a formar pareja. Había mishiadura y por mi problema bronquial nos fuimos a Capilla del Monte, en Córdoba, donde mis viejos alquilaron y trabajaron una hostería. Allí fui muy feliz, estuve desde los 3 hasta los 10 años. El exilio lo sentí cuando volvimos a Buenos Aires.
Noticias: ¿Es una bendición o una tortura tener una idishe mame?
Guinzburg: Ni una tortura ni una bendición. Mi vieja sigue siendo tan idishe mame como cuando yo tenía 16 años. Y pese a tener una idishe mame y un padre exigente, siempre elegí hacer lo que se me cantaba, contra la voluntad de mi viejo. Cuando abandoné Derecho, en mi casa no causó ninguna gracia. Me bancaron, mi papá diciéndome que era un pelotudo, porque pensaba que me iba a morir de hambre.
Noticias: En el vínculo que construye un varón con su madre, ¿qué cosas lo marcaron?
Guinzburg: Tengo más de mi viejo que de mi vieja; a mi mamá la siento más sumisa, más débil y más dependiente. Me parezco a mi viejo en eso de apretar los dientes y seguir para adelante, pase lo que pase. Muchas cosas en mi vida tienen más que ver con haber puesto huevo que con el talento. Soy muy peleador, peleo la adversidad. Tengo una gran vitalidad, a veces soy incansable, y eso también es heredado o genético.
Noticias: Dicen que en esta vida se pagan los errores de la anterior, ¿quién fue y qué estaría pagando?
Guinzburg: Uno que estudia vidas pasadas nos trajo al negro Fontova y a mí un estudio que decía que yo había sido un príncipe. ¡Y el negro también! ¿Nunca carpintero, plomero, paje del rey, comerciante? En otra vida creo que fui una anónima que lavaba muy bien la ropa, una lavandera.
Por: Mónica Soraci | Fotos: Gustavo Bosco
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