15 de junio de 2007

La lengua florida

 



La lengua permanece, la lengua se adhiere, es propia y es de todos, se adapta y cambia, se remoza y se revela. Quienes la conocen la aman.
Quienes la aman no pueden olvidarla.
Los judíos sefardíes (Sefarad = España), siglos y siglos de residencia en la tierra, lo que aprendieron fue a amar la lengua.
Expertos en preservar lenguas – la hebrea fue la primera -, con idéntica unción preservaron la castellana. Condenados a diáspora de la diáspora, por dondequiera que iban les acompañaba el dulce sonido de su lengua que repetían en los cantos, en los romances, en las endechas, en los refranes, en los relatos y en el habla cotidiana. Durante siglos guardaron este tesoro que nos ha sido legado en nuestros días en forma casi intacta.

Los cantos sefardíes interpretados en "ladino", "judezmo" o judeo-españól, caracterizados por una enorme belleza melódica y lírica dentro de su gran sencillez, eran centrales en la vida cotidiana de los judíos españoles, particularmente de las mujeres. Al ser expulsados de España por el Edicto de Ávila en 1492, ellos se despidieron cantando de la tierra que los había acogido durante 15 siglos y en el exilio lograron preservar esta sorprendente herencia musical a través de la tradición oral. Son canciones enriquecidas por el camino del exilio y que han llegado hasta nuestros días seguramente transformadas por las muchas bocas que las cantaron, pero que
conservan la riqueza melódica y lírica de la música creada en una España en la que se entrelazaron las culturas mora, cristiana y judía.

"La temática profana de éstos cantos se dedica a ahondar en las sutilezas del alma humana: el amor es analizado en sus más complejas derivaciones; la amistad se exalta en los más delicados matices; la naturaleza es parte de la belleza que rodea al hombre y el hombre es parte de ella; la alegría de la vida se manifiesta en el aprecio de los bienes sensuales, la buena comida y el buen vino. El tono de sensualidad denota la influencia oriental de la cultura en Al-Andalus y da lugar a las más bellas expresiones poéticas.

(de La lengua florida, Angelina Muñiz Huberman)
 

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