25 de junio de 2007

Persiguiendo una Ilusión


 

 

Como en una  novela de Franz Kafka, transcurrimos por un Medio Oriente complejo, retorcido y laberíntico, en un momento donde se encuentran y se enfrentan todos los intereses y los actores de la comunidad internacional, en este escenario se juegan simultáneamente varias partidas de ajedrez al mismo tiempo.

Por un lado el fundamentalismo islámico (Irán, Al Kaeda, Hezbollah, Hamas, etc.)  dedicado  a expulsar las satánicas influencias occidentales y a afirmar las medioevales bases de una sociedad cerrada y autoritaria.

Por el otro, el autoritarismo laico y nacionalista de los regímenes pro-occidentales árabes (como Mubarak en Egipto, Hasan II y Mohamed V en Marruecos, Abdullah de Arabia Saudita y Abdallah II en Jordania) para los que cualquier cambio constituye una amenaza a sus arraigados privilegios de las mil y una noche.

Y los infaltables europeos y norteamericanos queriendo sembrar una supuesta democratización forzada y contranatura en un ambiente tan sangriento y salvaje, como telón de fondo que recubre sus múltiples y permanentes intereses estratégicos y económicos.

En este complejo contexto, Israel y los palestinos se debaten en este gran drama que tiende a incrementarse y a extenderse rápidamente, como un reguero de pólvora, hasta niveles nunca vividos históricamente.

Con el advenimiento de la globalización  vino la decadencia de los llamados movimientos de liberación nacional de todo el orbe pero no ocurrió así con los palestinos. Pero luego de varios años y en forma natural y espontánea se produce  el ocaso final de Al Fatah, potenciado por el fallecimiento de su creador y mentor, Yasser Arafat. La victoria del Hamás en las elecciones en la Margen Occidental y en Gaza, aún cuando sorprendió a los servicios de inteligencia israelíes y occidentales, fue el obvio resultado del fin de Al Fatah.

Estados Unidos y el gobierno de  Israel se aferraron a una ficción, como náufragos a una aparente tabla de salvación al sucesor de Arafat, Abu Mazen,   cuando ya estaba muy claro que ya no ostentaba ningún poder real entre los palestinos y su final ya estaba próximo, como una ilusoria  visión de un socio para una paz   artificial y forzada a presión de dólares occidentales.

Estamos viviendo los últimos estertores de un Al Fatah derrotado, impotente y corrupto, hasta incluso incapaz de mantener el simple orden policial en sus territorios  y conducido por un líder prefabricado a las necesidades de los intereses occidentales pero que se lo ofrece a la opinión publica internacional como una panacea de moderación, de entendimiento  y   de paz.

Estamos ante cambios ficticios, la realidad de una Gaza en apariencia diferente, que asusta en el aspecto psicológico pero que no tiene un poder real diferente al de antes,  ya  que su población esta mas paupérrima y hambrienta que nunca, gobernada por las mismas bandas de facinerosos (esta vez sin Al Fatah) y mantenida por la asistencia para los refugiados de la ONU, por donaciones humanitarias directas de gobiernos de Europa y del Golfo y por el aporte permanente y solapado de fondos iraníes.

La victoria de Hamas ha atemorizado a los líderes árabes, que temen un fortalecimiento del Islam político en lugares como Egipto, Jordania y Arabia Saudita. Egipto está intentando contener la popularidad de la Hermandad Musulmana, y Jordania se está esforzando de la misma manera frente al Frente de Acción Islámica. Por esto se han encolumnado detrás de Mahmoud Abbas, el presidente palestino, ofreciendo dinero y apoyo político mientras la mayoría de sus habitantes no están de acuerdo con apoyar a Abbas ni tampoco a la paz con Israel.

Si ante una posible eventualidad de volver a situaciones previas a la Guerra de los Seis Días, Cisjordania volvería a ligarse a Jordania, como súbditos del rey Abdallah   y Gaza retornaría a la soberanía egipcia se sabe fehacientemente que para El Cairo y para Amman seria algo terrorífico, algo no deseado, algo que habrían que evitar a cualquier costo.

En Israel nos seguimos debatiendo en una crisis de representatividad inédita y sin precedentes históricos, luego del impecable informe Winograd y de la carencia casi nula de popularidad  de un gobierno marcado por la patética conducción de la guerra del Libano 2 y por los abundantes escándalos de corrupción, el destino del único estado judío existente luego de 2000 años de dispersión está en grave riesgo.

Es mi mas ferviente deseo que despertemos pronto de esta pesadilla ilusoria y que comencemos a desandar este rumbo claudicante, temeroso y post sionista, detrás de quimeras y ficciones,  que nos conduce por senderos irreversibles y muy peligrosos y volvamos a retomar la vieja y segura senda idealista, independiente y visionaria de los Herzl, de los Ben Gurion y de los Jabotinsky,   la senda del sionismo realizador.

 
 

 

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