El Shin Bet, el servicio israelí de inteligencia interior, ha comunicado el intento fallido de Hamas de realizar un atentado terrorista de gran envergadura en la ciudad de Tel Aviv. Una camioneta con 100 kilogramos de explosivos debía de haber sido detonada en una populosa plaza pública en una fecha muy significada del judaísmo, la primera noche de la Pesah (Pascua judía) en la que se celebra la tradicional cena de Seder, en la que las familias se reúnen en torno a la mesa para realizar una ceremonia ancestral. En esta misma fecha se produjo hace algunos años un gravísimo atentado en un hotel de Netania.
El fallido intento deja bien a las claras que Hamás no miente cuando reivindica públicamente la necesidad de continuar la "lucha armada", las acciones terroristas, para lograr su objetivo de liberar toda la Cisjordania de presencia judía. Siguiendo la estela de Irak, los terroristas sunitas apuestan por atentados masivos contra civiles para minar la voluntad de la población.
El atentado pone también en evidencia la estrategia iraní de combatir en varios frentes para lograr doblegar a Occidente y a Israel. Hamás actúa en estrecha colaboración con la milicia chiíta libanesa de Hezbolá, creada por la Fuerza Quds, una de las secciones de la Guardia Revolucionaria iraní. Irán está detrás de la estrategia de Hamás, poniendo en evidencia la falta de liderazgo saudí dentro del sunismo. Irán no sólo trataba de golpear a Israel en Tel Aviv, el prestigio de la casa de Saud también estaba entre sus objetivos.
El Gobierno de coalición entre islamistas y nacionalistas, Hamás y Fatah, salido de la cumbre de Riad es un instrumento dirigido a tratar de contener la tensión entre los distintos grupos palestinos y facilitar el acceso de dinero europeo, pero nada más. No es una opción estratégica, no es un interlocutor válido para avanzar en un proceso negociador con Israel. La Unión Europea se equivocaría si confiara en él y liberara fondos. Tampoco parece que la secretaria de Estado Rice esté en el mejor camino tratando de agotar las últimas esperanzas de lograr un nuevo acuerdo durante la agonía de la presidencia de George W. Bush.
El Road Map, la Hoja de Ruta con la que inauguró Bush su mandato, está fundada en unos supuestos que ya no existen. Una de las partes, Hamás, no acepta la existencia de Israel, por lo que resulta superfluo hablar de fases, medidas de confianza o estímulos diplomáticos. Hablar con Mahmud Abbas puede ser interesante e ilustrativo, pero es sólo el presidente de un casi-estado cuyo Parlamento mantiene posiciones radicalmente contrarias a las suyas. Los islamistas continúan ganando posiciones, cercenando cualquier esperanza de diálogo.
Abramos los ojos, escuchemos lo que nos están diciendo y reconozcamos de una vez que el proceso de paz está muerto, que el guión ya no sirve. Hamás no está ocultando sus intenciones, somos nosotros los que tratamos de engañarnos.
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