7 de mayo de 2007

La Ilusion del Apaciguamiento

Mayo 1937

A partir de 1936 se apreciaron dos tendencias contrapuestas en la política exterior de las potencias europeas. Mientras que las democracias se acomodaban en una postura vacilante y timorata que buscaba, por todos los medios y a cualquier coste, calmar al Führer y garantizar la paz; las potencias fascistas, esencialmente la Alemania de Hitler, iniciaban una política claramente agresiva y expansionista. La guerra de España, lejos de aumentar los deseos de luchar contra el fascismo, mostró a las opiniones y gobiernos democráticos el horror de la guerra, lo que llevó a que se redoblara la decisión de evitarla a cualquier precio. El mejor ejemplo de la actitud de las potencias democráticas lo encontramos en la política británica tras el ascenso al poder del conservador Neville Chamberlain en mayo de 1937.

Se denomina política de apaciguamiento (appeasement) a la política exterior británica aplicada especialmente desde el nombramiento del conservador Neville Chamberlain. Este es el hombre del apaciguamiento, pero también es el líder que inició el rearme británico y declaró la guerra a Alemania. Su política, hoy unánimemente vista como uno de los elementos clave para entender el expansionismo hitleriano y el estallido de la segunda guerra mundial, no consistía en una simple cesión ante las ambiciones hitlerianas. La política de apaciguamiento se basaba en una serie de ideas compartidas en aquella época por muchos británicos: el Tratado de Versalles había sido un tratado innecesariamente duro con Alemania que era necesario revisar; Hitler era una barrera que impediría la expansión del bolchevismo a la Europa central; en definitiva, si se negociaba con espíritu pragmático, cediendo ante las reivindicaciones razonables de Hitler, tales como la reunión en el Reich de las poblaciones alemanas que el Tratado de Versalles había dejado fuera, se conseguiría apaciguar al Führer y así evitar la guerra en Europa. Este era el núcleo de las ideas en las que se basó la política exterior británica. Muy pocos, entre ellos otro líder conservador, Winston Churchill, eran contrarios a este planteamiento. Tras los primeros fracasos de la guerra el parlamento dicta sentencia contra Chamberlain. El 10 de Mayo de 1939 W.Churchill es nombrado Premier. La política de apaciguamiento había acabado.

Chamberlain confiesa honradamente su fracaso:

"Este es un día triste, todo en lo que creía se ha derrumbado".

¿A qué condujo la política de apaciguamiento? A una hecatombe sin paralelo alguno en la historia de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial con sus más de 50 millones de muertos.

Abril 2007

Irán se ha convertido en un fenómeno que desde la revolución islámica (1978-1979) Occidente aún no termina de entender.

El islamofascista Mahmoud Ahmadineyad logra plasmar una nueva obra teatral en el complejo y preocupante escenario mundial actual: el presidente de Irán anunció la liberación de los 15 miembros de la armada británica como el gran ganador de este juego.

Entre los defectos del presidente iraní no figura precisamente la ineptitud a la hora de manejar las técnicas de la propaganda política, en la búsqueda de su objetivo de liderazgo de los sectores más radicalizados de los países árabes y musulmanes.

Fue firme ante la supuesta defensa de sus fronteras, dominó la televisión internacional con imágenes de sus prisioneros y sus "confesiones" y cuando percibió que ya no podía ganar nada más en este conflicto, le puso fin con un gesto de suficiencia, proyectándolo como una victoria y haciendo la advertencia indirecta de que cualquier ataque contra sus instalaciones nucleares merecerá una respuesta contundente.

En el contexto actual, con un Irán dispuesto a dotarse de armamento nuclear cueste lo que cueste y una población musulmana proclive a las simpatías que Irán despierta, incluso entre segmentos sunitas, la aparente generosidad de Ahmadineyad no es sino un nuevo golpe de efecto dirigido a desviar la atención sobre sus las verdaderas intenciones de liderar una jihad internacional contra Occidente, comenzando por Israel, al que prometió borrar del mapa.

No caben dudas de que el "magnánimo" gesto de Ahmadinejad fue un golpe propagandístico donde Irán da muestras de su tradicional "generosidad" y se arroga argumentos para reclamar la autoría de su especial "regalo de Pascuas".

Mientras Gran Bretaña anunció la suspensión de sus operaciones militares en el golfo Pérsico, luego de la crisis generada por la captura de sus quince marinos, empiezan a darse muestras de cómo la crisis de los soldados británicos ha reforzado el ala dura del régimen iraní y sigue alimentando sus ansias de convertirse en la gran potencia regional.

El asesor para Asuntos Prensa y Defensa de las Fuerzas Armadas de Irán, Ali Reza Afshar, ha calificado de "gran victoria" el incidente.

El ayatolá Ahmad Yanati, secretario del todopoderoso Consejo de Guardianes de la Constitución , consideró que "la caída de EEUU e Israel tomará su tiempo sin que esos países se den cuenta. La historia va hacia este rumbo". Respecto a la tecnología nuclear, aseguró que el pueblo iraní espera saber las "nuevas noticias" que Ahmadineyad ha prometido anunciar en los próximos días. "Hemos tenido buenos avances en la tecnología nuclear y esperamos que estos avances den resultados seguros".

La Vieja Europa y la otrora majestuosa Gran Bretaña continúan perdidos en el intrincado laberinto del apaciguamiento, no son capaces de percibir que únicamente la disuasión puede poner en vereda al Islam Nuclear, siguen insistiendo en sus antiguos errores y por ahora no supieron aprender de las dolorosas lecciones de la Historia.

Dr. Guido Maisuls

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