19 de mayo de 2007

Los Judios y el Tango 1

Primera parte.

El tango nace en Buenos Aires a fines del siglo diecinueve y durante esos años la ciudad recibe miles de inmigrantes que llegan en su gran mayoría de España e Italia y también los judíos de Europa oriental; de esta manera la ciudad pasa de tener ciento cincuenta mil habitantes en 1865 a un millón y medio en 1914
Los inmigrantes se agrupan en viviendas llamadas conventillos, estas eran casas humildes cercanas al puerto, con varias habitaciones y un patio central, este fue uno de los escenarios donde nació El Tango

Los judíos y el tango tuvieron su primer encuentro en estos conventillos y también en los prostíbulos, en aquellas primeras décadas del siglo XX en que La Varsovia (luego rebautizada Zwi Migdal) se erigió en la mayor organización rioplatense de rufianes.
El tango es una música de suburbio, iniciada por estos inmigrantes que no encuentran en un primer momento la prosperidad económica por la que llegan a América. Es creación de gente humilde, sin preparación musical, que simplemente con guitarra en mano improvisa sus canciones y cuenta sus historias de vida. Los primeros tangos surgen de estas improvisaciones y hablan de los personajes de la noche, del cabaret, son mal hablados, y son cosa de hombres; la mala vida configuraba el escenario social del tango

La inmigración seguía trayendo entretanto violinistas judíos de Polonia, Rusia o Rumania, que encontraban un camino natural de ingreso al tango como medio de vida y como incorporación al nuevo entorno social. Los barrios judíos -Balvanera, Abasto, Villa Crespo, Paternal- fueron los barrios de tango por excelencia, pero los padres de esos violinistas habían ambicionado para sus hijos la gloria de un Jascha Heifetz, y sintieron decepción, rabia o resignación al verlos convertidos en oscuros violines de fila de humildes orquestas típicas, tocando en brumosos palcos de café o en algún cabaret del pecaminoso bajo porteño.
Así pasa el tango sus comienzos, como música prohibida en casas de gente culta, como cosa de antro, de la noche, de suburbio y de arrabal.


El tango significaba además una amenaza de asimilación, de dilución de la identidad judía, temor siempre presente aunque en dosis que dependían de la ideología familiar, aunque la mayoría de los judíos volcados al tango conservaron sus rasgos distintivos de identidad, incluido el idisch.

Autores de obras teatrales tan antisemitas como Judío, de Ivo Pelay, o El barrio de los judíos, de Alberto Vaccarezza, no trasladaron a sus muchas letras de tango ese odio. Otros escribieron tangos antisemitas, pero fueron pocos y no exitosos.


La diferencia de ser judío se manifestaba plenamente en el tango: sólo en pocos casos el judío será primera figura, director de orquesta o cantor. La mayoría permanecerá en el anonimato, como instrumentistas que el gran público no identifica.

Al correr de los años, ya entrado el siglo veinte, cantores como Gardel llevan esta música fuera de las fronteras de Buenos Aires, se realizan las primeras grabaciones y el tango hace furor en los salones de baile de París.
Sus letras se transforman en poesía y aparecen las primeras orquestas típicas criollas. Las casas de baile proliferan por toda la ciudad de Buenos Aires.

En todos los rubros del tango hubo judíos, en ocasiones como protagonistas decisivos. Figuras como Julio Korn (edición de partituras y arreglos), Max Glücksmann (discos y concursos), Jaime Yankelevich (radio) y el clan Rubinstein (un auténtico holding tanguero), entre otros, propagaron el tango con visión empresaria y le dieron una verdadera proyección industrial. Pero en lo estrictamente artístico, desconcierta comprobar que no hubo ningún judío entre las figuras auténticamente definitorias, culminantes del género.
Gente como De caro en sus inicios, Anibal Troilo, Ástor Piazzolla, Horacio Salgán y muchos otros hicieron del tango la expresión genuina de una ciudad: La ciudad de Buenos Aires.

Los seudónimos también contribuyeron a ocultar el enorme aporte judío al tango. En el caso de los cantores, casi ninguno adoptó un nombre artístico que también sonara israelita. "Si querés cantar tango no podés llamarte León ni Zucker", le aconsejó Celedonio Flores al hermano mayor de Marcos Zucker, que entonces se rebautizó Roberto Beltrán. Cada Abraham se puso Alberto, cada Israel Raúl. Noiej Scolnic eligió ser Juan Pueblito. Isaac Rosofsky se reinventó como Julio Jorge Nelson. El tango acogía con gran disposición y desprejuicio al judío, a condición de que disimulara un poco su origen.

Si los judíos eran en general buenos músicos, superiores al promedio y en muchos casos excelentes (Gosis, Kaplún, Bajour, Spitalnik, Medovoy, Abramovich y otros), ¿por qué no integró ninguno de ellos la selecta nómina de los fundamentales?

EL TANGO JUDIO
 
Del libro "El Tango" Una historia con judíos, de José Judkovski.
 
Tocame un tango en idish
Que sea jasidico
o... de la contra
que la Bobe lo entienda
y lo pueda bailar.
 
Toca musiquero
con sentimiento judío.
Toca el tango, tocalo
con alma y fervor.
 
Tocáme un tango de sobrevivientes
del Pueblo disperso.
Que niños y adultos
entiendan.



El tango es producto del marco social de donde surge, es en la Buenos Aires donde el tango va adquiriendo sus rasgos cambiantes y definidos. Esa increíble fusión cultural de tan diversos orígenes con la española y nativa produce una síntesis sin precedentes, que hace del tango un género universal incomparable, donde también hay un lugar para el aporte de este grupo tan especial: los judíos.

El tango surge en la Buenos Aires del '80, que era una gran aldea, donde había academias y teatros, únicos lugares donde se podía bailar o ver bailar mientras se actuaba; las academias eran "pirigundines¨ que contaban con mujeres contratadas, se encontraban en el suburbio y en zonas alejadas del centro de la ciudad.

Al tango era muy común ver bailarlo en las calles, muchas veces entre hombres. En esos años las mujeres escaseaban, la mayoría de los inmigrantes venían sin pareja a probar suerte. El contacto con el sexo opuesto era en las academias o en las casas de citas.

Tuvo su nacimiento en los suburbios, en el arrabal, en los barrios más alejados del centro y lindantes con el campo. Los organitos lo difunden por los barrios y los teatros lo incluyen en sus obras. Convive con otras danzas pero poco a poco se destaca y conquista al centro de la ciudad.

Fue aceptado, en mayor o menor medida, por todos los sectores sociales y se impone en Europa primero, y después en Estados Unidos y el resto de América.

¿Pero cómo se integran a esta realidad social, estos inmigrantes judíos provenientes de Europa oriental, de Turquía, etc, y que llegaban con una mochila cultural tan fuerte y peculiar?

El aporte mas destacado a esta investigación lo hizo el periodista Julio Nudler (Fallecido en julio del 2005) autor de Tango Judío. Del ghetto a la milonga.

Podemos afirmar que el tango acogió con gran disposición y desprejuicio al judío, a condición que disimularan un poco su origen y en definitiva el proceso de la integración y del protagonismo del judío rioplatense en todos los ámbitos, nunca se reflejo tan claramente como en esta relación tan apasionante entre los Judíos y el Tango.


Bibliografía.

Tango Judío. Del ghetto a la milonga de Julio Nudler.

"El Tango" Una historia con judíos, de José Judkovski.
Reflexiones sobre los orígenes del tango, de Ricardo Garcia Blaya 

1 comentario:

Duek Propiedades dijo...

...Un exelente relato histórico-musical, sobre el aporte de la Inmigración, en este caso - practicantes de la religión judía - hicieron al género Tango .- Una realista visión del movimiento inmigrtorio que se puede ubicar a partir de los años 1890 1900, en un Buenos Aires que contaba antes de la inmigracion con solamente 150.000 habitantes. A partir del año 1920 Bs Aires ya tiene la asombrosa cifra de 8.000.000 de habitantes !!!!